Recorrido transnocturno

Recorrido transnocturno

Jimmy Jazz

13/06/2025

Recorrido transnocturno

Junio en el norte argentino suele ser el mes que marca la temporada fría del año y las calles en horario nocturno quedan desérticas, aunque hace diez años atrás esto no me importaba, yo tomaba el último colectivo (bus) de la línea 130 que iba de mi ciudad hasta la capital de Tucumán con tal de catar bares rockeros.

Había un tramo de la ruta, una curva arbolada para ser específico, donde los choferes aceleraban a toda máquina y cruzaban el lugar en un pestañeo. “Un lugar inseguro”, pensé hasta aquella noche invernal de fina garúa, donde el único pasajero de la unidad transnocturna era yo.

—Pibe, sentate en el asiento reservado al lado mío —me dijo sorpresivamente el chofer llamándome con la mano a través del retrovisor.

Con algo de desconfianza me paré de mi asiento y temerosamente me acerqué a donde me indicaron, mientras la unidad seguía con su último recorrido durante esa noche, donde el cielo tenía color rosa opaco y el frío se incrustaba en la piel como punzantes agujas.

—No me tengas miedo a mí, tenele miedo a la mujer de la curva.

—¿Mujer de la curva? —pregunté con mucha curiosidad.

Mientras me acomodaba en el asiento al lado del chofer este comenzó a relatarme por qué nadie de la empresa quería conducir durante el turno transnocturno y porque todos aceleraban en la curva arbolada.

A veces, cuando la última unidad de la línea 130 tiene que pasar por la arboleda, una mujer con vestido blanco y enmarañado cabello negro les hace señas a los choferes para que se detengan. A esta persona no se le distinguen las piernas ni la cara y parece estar flotando en la penumbra.

Al conductor que me transportaba todo esto le parecían mentiras y siempre tomaba el turno transnocturno para manejar, pues este era el más tranquilo, jamás había visto nada fuera de lo común. Hasta que una noche de fina llovizna donde no tenía pasajeros vio el alma en pena de esa mujer parada en medio de la arboleda haciéndole señas para que se detuviera, sin pensar un segundo las cosas acelero a toda marcha su vehículo con tal de pasar rápidamente el mal trago, sin embargo; un olor a podrido invadió sus fosas nasales y cuando dio un vistazo por su retrovisor observo a la mujer espectral sentada en el último asiento, luego esta se paró y empezó levitar lentamente hacia donde estaba él. Fue tanto el pánico que olvidó completamente mirar hacia el frente. Su último recuerdo de esa noche fue cuando el colectivo se terminó saliendo de la ruta y volcando en una pequeña zanja. El chofer relataba que apenas salió vivo de ese terrible accidente, el cual le costó meses de dolorosa recuperación, además del trauma psicológico debido al susto.

Con el tiempo volvió a su trabajo, aunque tratando de evitar a toda costa el recorrido transnocturno de la línea 130.

El problema es que nadie quiere realizar ese recorrido y los choferes, por obligación deben hacerlo aunque sea durante una semana al mes.

Solo recordar lo sucedido lo asustaba demasiado y le faltaba el aire cada vez que debía pasar por esa arboleda durante la madrugada. Siempre sentía el mismo aroma fétido y en su mente aún estaba muy presente esa mujer con el rostro cubierto por su enmarañado cabello oscuro.

¿Cómo termino mi recorrido esa noche? Por suerte pasamos la curva arbolada sin darnos cuenta debido a la entretenida charla. Sea como sea ahora, trato de evitar transitar por aquel lugar durante la madrugada, pero cuando no tengo más remedio que hacerlo, recuerdo la historia de ese chofer y un escalofrío recorre mi cuerpo.

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