Descansa ya, gatita

El celular vibró en la mesa, iluminando la oscuridad. «Chapulín» apareció en la pantalla junto a un selfie con el logo de Superman. Yaziré leyó el mensaje: «Estoy con un decreto que debe salir urgente para el viaje». Sonrió, recordando los contratos que él mismo había facilitado.

Pero algo no encajaba.

Días después, los chats se filtraron. La prensa los exhibió como prueba de un romance clandestino. Sin embargo, Yaziré guardaba otro archivo: un audio donde él susurraba «Descansa ya, gatita», seguido de un diálogo sobre silencios comprados.

Cuando el escándalo estalló, Otárola la acusó de extorsión. Ella, en cambio, mostró más grabaciones. «Siempre me obligaron a mentir», declaró, mientras la Fiscalía revisaba los contratos de Defensa.

En su último mensaje, él escribió: «Esto no terminará bien». Ella no respondió. El misterio quedó flotando: ¿Quién manipulaba a quién?

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