Una reflexión desde el corazón sobre la incertidumbre, el síndrome del impostor y los días que no salen como esperabas
No siempre es fácil hablar de lo que se tambalea. Nos enseñaron que mostrar dudas era de débiles, y que ser escritora era como vivir en una película de sobremesa, con momentos de inspiración a media noche y contratos editoriales envueltos en lazos dorados. Pero no es así. Y hoy, desde este rincón con olor a velas y papel, te quiero contar una verdad más íntima, más cruda y también más humana.
Cuando todo tiembla un poco
En menos de quince días vuelvo a pasar por quirófano. Un tendón de la mano, nada menor para alguien que escribe con el alma y con los dedos. Me lo dijeron la semana pasada, y desde entonces el mundo se ha sentido un poco más frágil, como una taza de cerámica fina a punto de caer.
Tengo SED (síndrome de Ehlers-Danlos), y a veces mi cuerpo decide recordarme que hay cosas que no puedo controlar, por mucho que lo intente. El diagnóstico, la noticia, el miedo… todo ha ido acompañándome esta semana mientras reviso mis objetivos del año con el corazón encogido.
Las metas que se desdibujan
Mi lista era clara.
Terminar Proyecto Valldemossa y enviarlo a la editorial.
Tener el siguiente libro de Las tejedoras listo para julio.
Corregir novelas antiguas que aún guardan secretos.
Y crear algo nuevo, algo mágico para Navidad.
Pero con la operación, muchas de esas cosas se han esfumado como tinta bajo la lluvia. Sí, terminaré P. Valldemossa, porque ya está muy avanzada, pero todo lo demás… está en pausa. En duda. En espera.
Y ahí es donde aparece ese viejo conocido del que poco hablamos: el síndrome del impostor.
¿Y si no soy suficiente?
¿Y si no lo consigo? ¿Y si decepciono a quienes me leen, a quienes esperan algo nuevo? ¿Y si todo esto no es más que una ilusión?
Pero después de muchos años con estas preguntas, he aprendido algo que quiero compartirte: somos más que nuestras metas cumplidas. Somos también nuestras pausas, nuestras caídas, nuestras adaptaciones. Y si una novela tarda más en salir, saldrá con más verdad. Si mis manos necesitan descanso, entonces aprenderé a contar historias desde otros lugares.
Volver al ritmo slow (el que de verdad me sana)
Este tiempo que viene será de descanso, de introspección y, quién sabe, tal vez de inspiración inesperada. Volveré a llenar mi libreta a mano, con letra temblorosa pero firme. A tirar del tarot cuando me quede encallada en una escena. A hablar con mis personajes en voz bajita mientras miro por la ventana. Porque esto también es escribir, aunque nadie lo vea.
Gracias por estar
Si has llegado hasta aquí, gracias. Gracias por leerme, por acompañarme, por formar parte de este universo cozy donde el tiempo se mide en tazas de té, en capítulos vividos y en silencios compartidos.
💌 Cuéntame, ¿cómo vives tú los momentos en los que la vida da un giro inesperado? ¿Te ha visitado alguna vez el síndrome del impostor?
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