Sobre los lugares, mis pies, la mirada, mis huidas y mis refugios
Hay lugares a los que llego de manera consciente. hubo voluntad de mi parte y todxs: mente, cuerpo, corazón y alma, están enteradxs de la llegada porque nos mudamos juntxs. hicimos las maletas, nos movimos y arribamos al mismo tiempo. esos lugares los puedo nombrar con más facilidad, sin tartamudear. estuve presente.
Eso no significa que todos los lugares a los que he llegado de esa forma, han sido habitables. no todos han sido cómodos o ligeros pero los puedo mirar a los ojos y decir en su momento, yo elegí esto. yo guié mis pies hasta aquí y de igual manera puedo decidir irme. proponerles a mis pies otro camino y destino. ¿qué tan perdida me puedo sentir después de llegar un lugar que yo misma circulé en el mapa? me gusta pensar que es más fácil irme de donde soy completamente consciente de haber llegado.

Sin embargo, no a todos los lugares llego así.
Hay lugares a los que llego por inercia. como si mis piernas fueran extremidades independientes de mi cuerpo que piensan y sienten por sí mismas. como si me hubiera quedado dormida durante el trayecto y me despierta una voz ajena que avisa con un ya llegamos. en esos lugares puedo pasar tiempo antes de empezar a sentir un especie de desconcierto. antes de preguntarme ¿cómo llegué aquí? ¿en qué momento? ¿por qué? ¿para qué? no estuve presente.
A esos lugares me suelen guiar los deseos, expectativas y miedos que no me pertenecen. los que aparecen en mi puerta tomados de la mano de un deber-ser que nunca he entendido del todo pero sé que existe — lo veo y lo siento en todas partes. aparecen en mi puerta con una sonrisa burlona que parece decir que tierna, de verdad pensaste que tu vida era tuya.
Cuando intento habitar los lugares a los que llegué por inercia, me siento desorientada y distanciada de mí misma. no conecto. no me hallo. dejo de pertenecerme. me descubro preguntándole a todo lo que hay a mi alrededor quién soy, en lugar de preguntármelo frente al espejo. el latido de mi corazón es reemplazado por el sonido de las manecillas de un reloj viejo — como los que había en casa de mis abuelos y de niña no me dejaban dormir por el tic-tac-tic-tac. en esos lugares me descubro buscando desesperadamente la aprobación en los ojos y la voz de lxs demás. como una niña intentando palpar en la arena su pulsera favorita que cayó al fondo del mar. con desesperanza – más que desesperación.
Es cuando consigo irme de esos lugares que respiro. cuando convenzo a mis pies de salir (cuando se puede: corriendo) de ahí porque confío que existen otros espacios que me están esperando. elijo confiar y creer que hay letreros de bienvenida creados especialmente para mí en sitios que aún no conozco. es entonces cuando irme, se convierte en un acto reinvindicativo. es recuperarme a mí misma.
Confieso que me gusta haber llegado — y seguir llegando — a algunos lugares por inercia. son una invitación a mirarme, a llevar la mirada hacia adentro. me sé valiente por los lugares de los que me he ido para acercarme a mí. aunque me haya ido a gatas o arrastrándome por el suelo. me agradezco por irme de donde no puedo mirarme. me agradezco por irme de donde no me miran.
Están, también, los lugares a los que llego por estar huyendo. los lugares a los que llego buscando asilo, refugio. como si, atrapada en una tormenta en medio de la nada, toco la puerta de la única casa que encuentro. temblando, sin saber muy bien qué decir — qué pedir o qué explicaciones dar. he descubierto que a esos lugares llego cuando necesito lamerme las heridas. cuando necesito (con urgencia) una mirada cálida que me haga saber que todo va a estar mejor. me coso las alas y escucho mi cuerpo.
Mientras, observo a mi alrededor intentando recordar cada detalle de esos lugares porque sé que son de paso. los guardo en mi memoria. son espacios en donde aprendo a mirarme de nuevo y de los que, inevitablemente, me voy. me voy para ver el mundo y verme a mí misma existiendo en él con mis ojos nuevos.
A esos lugares les agradezco siempre por ser un paradero en el camino.
Agradezco también por los lugares a los que llego tomada de la mano de alguien más — yo sin saber a dónde vamos. esos lugares a los que se llega después de que alguien dice ven conmigo, confía y vas y confías y todo lo que sucede después, sucede.
También llego a esos lugares desde la curiosidad. curiosa por saber por qué ahí y por qué me lleva a mí consigo. curiosa de conocer a esa persona en un espacio desconocido — por lo menos para mí. curiosa por ver si cambia algo en su forma de caminar, si se mueve de otra manera, si su mirada se transforma, si su voz suena distinta. si me presenta a otra versión suya: una existe únicamente en ese lugar – o si existe gracias a él.
me recuerda a cuando era niña: invitaba a alguna amiga por primera vez a mi casa y le mostraba mi cuarto. este es mi lugar favorito, les decía (y les sigo diciendo). aquí están mis libros. mira, este es mi favorito. — estos son mis CDs y me gusta bailar en pijama. — en este cajón guardo todo lo que no quiero olvidar. no lo abras, por favor. — tengo estos plumones de muchísimos colores. ¿te gusta dibujar? — ah, y ellos son mis abuelos. no tengo tantas fotos con ellos pero esa me gusta mucho. daba el recorrido de mi cuarto y al mismo tiempo era un recorrido de mí misma.
Me gusta llegar a lugares tomada de la mano. me gusta que me los muestren. que señalen lo bello y lo feo. lo tierno y lo doloroso. lo que se sostiene con fuerza y lo que a penitas se mantiene parado. lo chico y lo grande. los detalles. que apunten con el dedo lo que importa en un intento de que me importe también a mí. y sí me importa. siempre me importa.
Gracias por esos lugares; gracias a quienes me han llevado a ellos.
Finalmente, están los lugares a los que regreso. es algo que se me da bastante bien: regresar. quizás por eso soy tan cercana a la nostalgia. es mi amiga. o por lo menos eso intentamos. constantemente regreso. cada vez que recuerdo, regreso. cuando escucho una canción vieja, regreso. cuando hago (disque)limpieza de mi cuarto y me encuentro con cartas, fotos, libretas, boletos, etc., regreso. regreso por miedo a olvidar. por miedo a un día no tener a dónde o cómo regresar.
Regreso pero no me quedo. creo que eso es importante. entender que si regreso a un lugar porque lo extraño, me toca repetirme lo que extrañas ya no existe. porque nunca soy la misma cuando vuelvo, ni el lugar es el mismo. regreso para regresar a mí misma y recordar lo que importa. regreso para decir aquí viví esto, sentí esto, pensé esto, hice esto. regreso para decir “aquí estuve”. emilia estuvo aquí.
Regreso porque es una forma de honrar a los lugares en los que he estado. pero no me quedo. no me quedo porque es una forma de honrar a los lugares que iré.
Siento calma cuando pienso en todos esos lugares. los abrazo y me abrazo por la forma en la que llegué a ellos.
¿Qué dice sobre mí la manera en la que llego a los lugares? ¿qué dice sobre mí la manera en la que me voy de ellos?
¿De cuáles me necesito ir? ¿en cuáles puedo permanecer?
Por lo pronto estamos aquí. ¿te quedas conmigo?
OPINIONES Y COMENTARIOS