Hacer las cosas con ligereza

No significa hacerlas de manera superficial

Es domingo. 12:08h. Oigo cómo centrifuga la lavadora de la vecina de arriba. Ya he tomado mi café y he revisado algunas frases que tenía subrayadas en “Las palabras justas” y “Ensayo general”, dos libros de Milena Busquets.

Quizá sea raro, pero hace días que pienso en ella. En su escritura. En cómo aborda las cosas con aparente ligereza pero con la contundencia de alguien que quizá (no lo sé, no soy ella) no ha pensado mucho en cómo soltar lo que tiene dentro pero sí que ha reflexionado mucho en la temática.

Leo en “Las palabras justas”: Los asuntos serios e importantes deben abordarse con ligereza y alas en los pies.

Pienso en cómo a veces, los asuntos serios si son tratados con demasiada seriedad, se rompen.

Hacer las cosas con ligereza, no significa hacerlas de manera superficial. Simplemente aplicando la presión justa. Ni un poquito más ni un poquito menos. Y estando listos para retirarnos a tiempo y dejar que las cosas sucedan como tienen que suceder. Sin aferrarnos a lo que podría ser o a la idea que nos hemos montado en nuestra cabeza.

Pienso mucho últimamente en la ligereza. Yo que a veces soy tan seria. También pienso en cómo estoy abrazando esa característica poco a poco y soltando el control.

La necesidad de controlar cómo sucederán las cosas no es más que una ilusión óptica que nos da una seguridad que para nada es segura, porque es imposible saber a ciencia cierta cómo se va a desarrollar un acontecimiento.

Como dice Milena en “Las palabras justas”: Solo puedes escribir las historias de las que conoces el final.

El resto es sólo un ejercicio de inventiva que hacemos para quedarnos “tranquilos”.

Ahora pienso en lo aburrido que es conocer el final de las historias antes de tiempo. Contarlas al revés. Desde el final hasta el principio. No hay sorpresa posible.

Prefiero vivir las historias y que me sorprenda el final. Aunque se escape de mi control. Ahora sí.