El segundo bocado

El segundo bocado

Vidal

30/05/2025

Por una necrosis en la cabeza, miles de larvas devoraron su carne hasta dejar parte del cráneo al descubierto. Los médicos, sin saber qué hacer, desocuparon la habitación para atender a otro herido.

El canciller, tras su escritorio de mármol, recibió a los generales. Le informaron de las pérdidas en el frente oriental. Al morder un melocotón, frunció el ceño: un gusanillo blanco y húmedo, no muy distinto de los que devoraban al joven, se reptaba entre la pulpa. Pidió otro.

Entonces dijo:

—Que la prensa sepa que hemos ganado. Y que las bajas son mínimas. Organicen una leva inmediata: niños y ancianos —añadió, y mordió el nuevo melocotón.

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