La pérdida de la esencia en un mar de ruido.
Donde el sexo habla más que el amor.
Que el miedo al embarazo es mayor que el miedo a morir de VIH.
en donde cambiar a la familia por un amor fugaz se volvió normal.
El amante es un idiota y la fidelidad, una rareza.
Que perder un teléfono duele más que perder la virginidad.
La «prueba de amor» ya no es esperar… es enviarse desnudos.
Donde las promesas de eternidad se dicen mientras se planean mentiras.
Que quien te ama de verdad siempre pierde contra quien sólo juega contigo.
Donde los sentimientos valen menos que un par de emojis.
Los valores murieron y nadie los lloró.
¿Realmente esta es la realidad?

Hoy, los «te amo» se olvidan con un nuevo chat.
Borrar a alguien es más fácil que mirarlo a los ojos.
La lealtad suena a historia de otro siglo.
Un «like» sustituye a un abrazo sincero.
La piel se muestra más que el alma.
Seguidores y notificaciones camuflan la soledad.
Los problemas se maquillan con filtros de colores.
La dignidad se cambia por segundos de atención barata.
Los sueños se negocian por fama rápida.
Vivimos en un mundo de infinitas posibilidades, pero olvidamos lo que realmente importa: las relaciones, la naturaleza y el silencio.

El alma se esconde tras disfraces de apariencias.
Ahora son influencers quienes crían, mientras los padres callan.
Las promesas se quiebran antes de cumplirse.
El orgullo destruye lo que el amor intenta salvar.
Reemplazar resulta más cómodo que luchar.
Sentir profundo parece un acto de locura.
La traición se aplaude mientras la lealtad se olvida.
La vida corre entre pantallas, mientras el corazón, lentamente, se oxida.
Bienvenidos a una era donde lo real muere y lo superficial gobierna.
Un siglo donde olvidar es más fácil que amar.
Aprende a decir ‘no’ a lo que no te hace bien. Prioriza tu tiempo y energía en cosas que te nutran y te hagan crecer. La verdadera libertad comienza en la simplicidad.
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