LA NO EXISTENCIA

LA NO EXISTENCIA

Mar Mioni

28/05/2025

¿Existo aun cuando nadie se entera de que estoy aquí?

Me pregunto: ¿qué hago aquí, en una red social más? ¿tú por qué llegaste aquí? Yo vine buscando interacción y, secretamente, volverme millonaria con mis primeras publicaciones. Les confieso que busqué reconocimiento aquí, igual que allá, en las otras redes sociales donde no tuve éxito porque resulté ser un ente demasiado raro para sobresalir, al menos aquí he sentido que hay más personas “como yo” (espero nadie se ofenda con la comparación).

Observo que las comunidades sociales de moda tienen escenarios de humo donde alguien canta y todos aplauden, y a veces uno desearía estar allí brillando también, pero a la vez no, porque entre el humo se alcanza ver el cartón, lo efímero, la falsedad, se nota que el brillo no viene de la persona sino del acuerdo social que ha decidido reconocer su nombre, su cuerpo, su profesión y hasta su conocimiento. Su brillo no viene de su esencia, sino de las pantallas celulares que alumbran su silueta y le dan vida. Pero aun así desearías estar allí por un momento, arriba del escenario de cartón, aunque sabes que tu timidez y tu autismo te harían vomitar en ese instante.

Es interesante notar que, tal como en la jungla, se generan pequeñas sectas que se hacen llamar “seguidores”, comunidades que obedecen al instinto primitivo de hacer lo que otros hacen, creando así masas de odio y amor que nadie supo nunca de dónde surgieron, ellos solo saben que aman u odian, igual que el de al lado, porque eso les asegura pertenencia.

Nos seguimos unos a otros con deditos arriba, esos íconos que inventamos para representar aprobación y que son como fichas de casino, entre más acumulemos más contentos y enriquecidos nos sentimos. Nos alivia comprobar que existimos porque alguien ahí, del otro lado de la pantalla nos ha notado, ¡hemos sido vistos, reconocidos! así sea porque solo mostraste el plato de fideos vacío que te acabas de comer.

El mejor escenario es que te aplaudan, alguien te manda un corazón desde el otro lado del océano y uno se comienza a sentir internacional. En el peor de los casos, detrás de la misma pantalla unos dedos cobardes teclean frases que interpretas como insultos, acciones que sin pretenderlo (o tal vez sí), meten el dedo en la llaga de tus inseguridades y vacíos: te han dicho aburrido, te han dicho grosero o en el peor de los casos no te han dicho nada, nadie ha reaccionado, te han ignorado.

Te desesperas porque un ente que no conoces te ha descolocado con tan solo tres palabras “NO-ME-GUSTA” y tu instinto de supervivencia brinca y concluyes: “si no les gusto, ¡seré despreciado, alejado de la manada y moriré solo en la ignominia!”, entonces te esfuerzas un poco más y cambias, modificas, lo intentas de nuevo para gustarles, te mides en función de los deditos arriba que recibes, los números se vuelven la medida de tu paz interior, porque ser vistos nos refuerza y nos anima; aunque eso que creemos ser aquí no sea más que una ilusión, un papel temporal en una obra teatral que terminará pronto, pero que nos alimenta temporalmente, y como no sabemos qué hay más allá, cuando tengamos que “dejar de ser” preferimos aferrarnos al circo temporal.

El anonimato nos inquieta, incluso a aquellos que decimos preferirlo, porque en el fondo, muy en el fondo de nuestro tímido y renuente corazón, buscamos conexión, unos ojos que se encuentren con los tuyos, resonancia y sintonía.

¿Existo porque me sigues? ¿existes porque me gustas?, ¿o ya existíamos antes de todo esto, pero necesitábamos de la aprobación mutua para poder voltear a vernos con confianza a nosotros mismos? ¡Qué alivio, saber que existo y que además te gusto! Cuando me nombras me recuerdas la identidad a la cual me aferro y que demanda tanto mantenimiento para seguir recabando aprobación, para seguirte gustando, y entonces poder gustarme.

No me sorprendo, tampoco me quejo, simplemente expreso lo que percibo, y la percepción personal siempre está matizada por experiencias pasadas, sí señores, yo fui la nerd del salón, la chica trasparente que nadie vio, mi búsqueda comenzó en la escuela y hoy continúa de manera frenética, vengo aquí esperando tu aplauso para sentir que existo, descubriendo que actúo bajo el mismo patrón que tanto critico en otros pero justificándolo de diversas maneras, siendo, al fin y al cabo, una humana obedeciendo a su instinto gregario que lucha por sobrevivir en la jungla virtual.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS