Hay una vieja expresión en chino para despedirse… 慢走 (màn zǒu)
«Camina lento».
Y me parece una bonita manera de expresar y de decirle a alguien que se cuide mucho y disfrute el camino.
¡Qué ganas de cogerse ese avión, junto a las personas de las que te despides!..
Es lo que pienso mientras intento mantener la compostura, con una sensación en el pecho, como un recordatorio constante de que me quedo atrás o como un quisiera detener el tiempo, alargar esos últimos instantes de que la distancia se convierta en una realidad insalvable.

Al otro lado, veo grupos de personas arrastrando sus maletas hacia la puerta de embarque, una parte de mi quiere correr, detenerlos, pedir que me lleven con ellos, pero me quedo quieta, sabiendo que éste es un viaje que no me corresponde, al menos no todavía.

Me quedo ahí, observando como el avión va desapareciendo en el cielo, y aunque sé que hay un futuro donde nos volveremos a encontrar, el momento duele con certeza de ausencia.

Es entonces cuando me doy cuenta que he pasado los últimos años viendo cómo otros parten…“Siempre soy la que despide, nunca de la que se despiden”. Un rol que aparentemente he venido asumiendo tantas veces que ya me resulta natural, como atrapada en un bucle de despedidas, observando una y otra vez, como se van los que me importan, mientras yo permanezco en el mismo lugar, con el mismo nudo en la garganta, fingiendo fortaleza y con la promesa vacía de “Nos veremos pronto”.
Y aunque no deja de tener su peso, me pregunto cuándo llegara el día en que las cosas sean distintas, en que sea yo quien parta, dejando a alguien más en la posición que ahora ocupo.

Finalmente me doy la vuelta caminando hacia la salida, con la esperanza de que el próximo avión que tome será el que me lleve también a mi destino y que todas las despedidas no siempre serán así.
A veces es necesario soltar el ancla y permitir que los caminos se crucen de nuevas maneras, porque quedarse atrás no siempre significa quedarse en el mismo lugar, a veces es sólo una pausa antes de que llegue nuestro momento de tomar ese viaje.
Así, lo que parece ser una pausa, señal de estancamiento o de que hemos sido olvidados, no es más que una oportunidad para entender hacia donde queremos ir, alinear nuestros deseos con nuestras acciones, y puede en realidad ser el momento justo antes de que estemos listos para dar el siguiente paso, para tomar la iniciativa y emprender nuestro propio viaje, cuando el tiempo y las circunstancias sean las adecuadas.
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