¿Está el indie muerto?

¿Está el indie muerto?

Laura Duarte

28/05/2025

Comer con la gente te abre las puertas a su alma y cómo la nostalgia siempre es el principio y el final.

He comido muchas veces con gente del trabajo, y sobre todo durante el trabajo; mitad de la jornada, llegan las 14:30 -o el rato en el que se pueda bajar marchas- y todos nos reunimos alrededor del agua y el pan en comunión para calmar a las fieras que rugen en nuestros estómagos. Es un momento aparentemente normal, igual que los demás, simplemente un apartado más en el tiempo que paso con esas personas, pero no es lo mismo. No sé qué pasa a la hora de comer, que es una especie de hora mágica: un poco club de lectura, un poco reunión de antiguos alumnos, un poco alcohólicos anónimos, un poco entrevista de revista del corazón, otro poco terapia psicológica… Es encima de la mesa con los platos manchados y las tazas de café echando humo donde realmente se conoce a la gente. Será que la sal o los azúcares activan algún tipo de mecanismo secreto que nos hace eliminar la barrera y hablar de nuestras vidas, que veamos a los demás comensales como mejores amigos y confidentes, que de repente somos casi como un libro abierto. Por lo pronto, por lo menos, un libro humorístico.

La luz en Casa Inés (noviembre 2023)

Hace un tiempo que paso por esa crisis musical en la que no sabes qué diablos escuchar. Y esto ha hecho que termine dándole vueltas una y otra vez a las mismas canciones y las mismas playlists, pero no como esas veces que se me hincha la vena compulsiva y escucho algo hasta que literalmente lo aborrezco y me chirrían los oídos. Esto va de otra cosa. Va de no encontrar cosas que me llenen, va de que echo de menos cuando escuchaba la radio y me gustaba, va de que echo de menos cuando era 2011 y empezaba a descubrir lo que era la música. Ya tiemblo por cómo resultará este año mi Wrapped de Spotify.

Todos aquellos grupos que en su momento fueron calificados como indie -aunque de independiente no tuviesen un pelo, pero nos entendemos todos con eso- es, supongo, lo que también echo de menos; todo en aquella época tenía una onda especial. No me pidáis que la describa porque es indescriptible. Era algo que simplemente se sentía. Porque puede que -ponle- los 2000-2017 fuesen una época un poco turbia para la moda, pero se sentía como si todos fuésemos jóvenes y eternos y no nos fuésemos a morir mañana. Eso era gracias a la música.

Supongo que también hablo un poco desde mi perspectiva de aquel momento, de lo que rodeaba mi vida, de lo que aprendía, de lo que veía, de lo que tenía mi hermana en el iPod, de lo que aparecía en mi página principal de Tumblr, de los bikinis fosforitos que todo el mundo quería, de cómo Skins y Shameless y sus amigos nos llenaron a todos la cabeza, de los estampados de galaxia, las fotos de palmeras y la arena, los filtros de instagram, las camisetas con frases, usar Retrica y weheartit… Yo qué sé. Todo es siempre super relativo, pero la nostalgia es el punto en común, el nexo, principio y fin. También parecía haber un balance perfecto entre internet y la realidad. Todavía no nos habíamos vuelto tontos. Por lo menos no del todo.

Es el #2010corecore, ese sufijo que se usa para referirse a un subgénero de algo o a un grupo concreto de cosas tan en boca pero que en verdad me encanta- es la electrónica estando de moda y yo ahorrando para ir a Tomorrowland cuanto tuviese edad, Aviccii estando vivo, Lana del Rey despegando, más Tumblr, Alexa Chung siendo it girl, Arctic Monkeys y el apoteósico AM, memes de Gandía Shore y Jersey Shore antes de que muchos supiésemos qué era un meme, mañanas enteras delante de la televisión mamando videoclips en MTV y todos los canales musicales que tenía, porque mi tío nos había traído un cacharro que pinchaba la tele por cable… Son muchas cosas. Todo parece fiesta, pero era más que eso. Fue una especie de momento de revolución extrañísimo. Pero no va a volver. Y no vamos a volver a escuchar por primera vez de nuevo -por mucho que queramos- ni Last Nite de los Strokes, ni Naive de los Kooks, ni Niebla de Supersubmarina ni Ser Brigada de León Benavente. Ni muchísimo menos What You Know de Two Door Cinema Club. OH, DIOS… daría un brazo por poder volver a escuchar romper ese estribillo otra vez por primera vez. Ese y tantos. Me invade el tiempos pasados fueron mejor. Pero qué se va a esperar de mí, si me emperro en decir que estamos en 1973. Porque lo estamos.

No sé cómo he llegado hasta aquí -en realidad sí, desvariando- cuando yo sólo venía a preguntar: ¿Está el indie muerto?

*adjunto playlist incompleta que dejé abandonada pero que sirve de resumen

Mi querido amigo P. me ha dicho que echa de menos de La estación amarilla que comparta las fotos que he hecho últimamente. Y resulta que he esta semana he hecho muchas, ya que he sido fotógrafa y CM en un Torneo internacional de tenis, por lo que os traigo, para terminar, una selección de 4 fotos favoritas en blanco y negro. Si pincháis encima, deberían abrirse.

Gracias por leer.
Y por si no nos vemos, buenos días, buenas tardes y buenas noches.

Truman es un hombre libre / El Show de Truman (Peter Weir, 1998)

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