Darlo todo hace que luego me sienta vacía.

A veces creemos que amar es aguantar. Hasta que entendemos que el amor de verdad no debería llevar un sobreesfuerzo.
Existe un tipo de amor que creo que ni siquiera debería llamarse así, porque el amor que te deja sola, no es amor. Ese en el que tiene que hacer tú todo, en el que sientes que estás dando el alma por la otra persona y ese esfuerzo no es correspondido. Ese en el que tú propones, organizar, preguntas, llamas. Ese en el que cargas con la relación como si fuera una mudanza emocional… pero que solo tú tienes las llaves. Y lo peor es que cuando estás ahí metida, piensas que eso es lo normal. Que querer a alguien significa llevar todo el peso, incluso cuando ese alguien ya ni siquiera te responde igual.
Hace no mucho, yo fui esa chica

La que insistía. La que buscaba formas de encontrarse aunque estuviéramos lejos. La que mantenía las llamadas a flote. La que proponía planes, mandaba mensajes largos, se preocupaba por mantenernos unidos. Y durante un tiempo, creí que eso era lo que se esperaba de mí. Que si quería que funcionara, tenía que poner de mi parte.
Lo que no entendí entonces es que, en el amor, poner de tu parte no significa ponerlo todo tú.
Pasaron los meses. La distancia se acortó, pasamos a vivir a solo veinte minutos, pero la lejanía emocional no paró de crecer. Seguíamos juntos (en teoría), pero no hablábamos. No quedábamos. No había llamadas, ni detalles, ni preguntas. Me agoté tanto de dar sin recibir que un día, simplemente, dejé de insistir. Y nadie lo notó.
Esa fue la señal más clara de todas: cuando desapareces de una relación y la relación sigue igual, es porque ya estabas sola desde antes.
Durante mucho tiempo pensé que lo nuestro no funcionó porque yo no hice más. Pero ahora lo veo con otros ojos y la realidad fue que no funcionó porque fui la única que lo hizo todo.
Y ese tipo de amor, ese que te pide hasta el último gramo de energía y no te da ni la mitad, no es amor. Es desgaste. Es soledad disfrazada de pareja. Es creerte valiente por aguantar, cuando en realidad lo valiente hubiera sido irte mucho antes.
Dejar ir cuando es el momento
Soltar duele porque también te haces adicta a las migajas. A ese mensaje que llega cada tres días, pero que te da la esperanza de que quizá sí le importas. A esa vez que dijo de verte y piensas ¿ves? no está todo perdido. Nos volvemos expertas en justificar ausencias y silencios con la esperanza de que algún día vuelva a ser como al principio.
Cuando por fin me atreví a dejar ir, me sentí libre. Todo lo que daba por esa persona, me lo empecé a dar a mí. No me había dado cuenta de todo el desgaste que conllevaba estar por y para alguien y descuidarse a una misma.

Cosas que me hubiera gustado saber antes
- No confundas amor con esfuerzo unidireccional. Una relación no se sostiene sola. Si eres tú quien siempre tira, llega un momento en el que te quedas sin cuerda.
- No romantices la entrega total. Darlo todo por alguien que no mueve un dedo no es bonito. Es injusto. Y te deja vacía.
- Mereces a alguien que se pregunte cómo estás sin que tú tengas que decirlo. Que proponga, que cuide, que esté. No solo que aparezca cuando le viene bien.
- Aprende a irte cuando veas que te estás quedando sola. No esperes a estar completamente agotada para tomar una decisión.
- No tengas miedo de que te llamen intensa. No tienes que probar tu valor a base de dar más. Tu amor no se mide por cuánto te sacrificas, sino por cuánto te respetas.
- Un detalle puede significarlo todo. Si esa persona nunca tiene detalles contigo, no me refiero a materiales sino a venirte a buscar, preparar un plan, interesarse por lo que te gusta, no se merece que estés por y para él.
Quiero que sepáis que estar con alguien no debería sentirse como una lucha constante por ser vista, por ser escuchada, por ser querida. Me prometí no volver a ser la única que se queda, que insiste, que se parte en dos. Porque el amor que quiero y merezco no exige sacrificios silenciosos. Solo presencia, ganas, y una reciprocidad que no se tenga que rogar.
Y eso, no es pedir demasiado.
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