Taza de Vida
JOSE DIAZ
Tomo la vida en una taza humeante,
a veces miel, a veces carbón ardiente.
Sus sorbos me queman o me acarician
como labios de recuerdo o de ausencia.
Hay mañanas donde sabe a caramelo,
como si el sol se derritiera en la porcelana,
y otras, donde el café es puro abismo,
negro como las dudas que no se aclaran.
Le echo azúcar cuando el alma tiembla,
y la dejo sola cuando quiero sentirla cruda,
porque incluso el amargo tiene su canto,
una música oscura que también me abriga.
La vida —como el café— no siempre avisa,
no pregunta cuánta dulzura necesitas.
Se sirve sola, en dosis inesperadas,
y tú decides si la tomas… o la enfrías.
Pero yo bebo.
Aunque duela, aunque abrace, aunque engañe.
Porque en cada sorbo —sea luz o sombra—
me encuentro vivo,
y eso ya es bastante.
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