La apolítica no te va a salvar.

La apolítica no te va a salvar.

Laura Duarte

24/05/2025

Todos los humanos somos iguales, pero algunos humanos son más iguales que otros.

Estar a favor de los derechos de las mujeres, políticas LGTBQ+ friendly, el fin del racismo y un gran etcétera son elementos que le corren por la venas a la gen z, el progresismo es parte de nuestro ADN y sin embargo, la verdad es que… muchos de nosotros terminaríamos eligiendo el voto nulo.

”todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros.” extracto de Rebelión en la Granja, escrito por George Orwell.

la generación z siempre ha tenido un desapego hacia la política muy marcado, tal vez hasta excesivo. una gran parte de la generación zeta creció o nació en un espacio gris, porque la experiencia ya no era tan in real life cómo con los millennials, pero tampoco vivíamos rodeados de tecnología 24/7 como la generación alpha. ese nuevo espacio gris nos presentó el dichoso “activismo online” pero la versión para dummies, la cuál no soltamos nunca más.

pandemia del COVID, y de debates sociales.

qué tiempos aquellos, en los que todos nos habíamos radicalizado y pasábamos embarazosas horas de nuestro día debatiendo con gente de todo tipo para probar un punto. ¿que por qué? pues, porque podíamos. y porque estábamos aburridos. era tal el aburrimiento que de la nada informarse sobre el feminismo y el racismo nos pareció más interesante que las reuniones por zoom y las clases virtuales. sin saberlo en ese momento, llevábamos la mera base de la evolución moderna como quién lleva un pin de su anime favorito en alguna mochila. era frívolo e inocente, pero no por eso menos apasionado y verdadero.

esta mini revolución virtual abrió en nuestro cerebro horizontes que para otras generaciones eran impensables o imposibles. no solo en el aspecto social, sino el individual.

era cuestión de abrir TikTok y en escribir #Indie o #Alt en el buscador para encontrar mil y un personas, expresándose de mil y un formas distintas. si bien es cierto que las tendencias existían, había algo en el aire que inspiraba y hasta incitaba a ser creativo. en pandemia, ser original y que tu mera existencia desafiase los canones de belleza era la verdadera tendencia. y lo llevábamos con tanto orgullo, tanto que decíamos que íbamos a ser la generación que marcaría un antes y un después, que no íbamos a ser igual a nuestros padres ni a nuestros abuelos. por un momento congelado en el tiempo, yo sentí que íbamos a hacer del mundo un lugar mejor, más amigable.

oigan. ¿qué se supone que nos pasó? si lo teníamos todo, ¿por qué la fórmula falló?

ya no es aesthetic, ahora da cringe.

eh… bueno. es que al día de hoy no consigo una manera en que esa respuesta tenga lógica. pero ya qué. así como lo lees. bien dicen que la propaganda siempre sabe como volver. paulatinamente, fue un cambio tan lento pero evidente que casi se siente que ocurrió en un abrir y cerrar de ojos. lo cuál no es verdad.

el encierro no solo generó aprendices de activistas con delirios de grandeza, también creó el fomo. que en ese entonces no sabíamos que era fomo, pero tú me entiendes. el punto es que, con toda la gente que genuinamente se interesó en la lucha de derechos civiles no faltó ese sector de la población que se unió al proyecto porque sí. ni más ni menos. querían figurar, no perderse de la novedad que era hablar de feminismo radical porque aquello era lo que movía masas. y resultó ser mucha más gente de la que creíamos, porque tan pronto se acabó la tendencia, las ganas de cambiar al mundo también.

ahora, tampoco planeo hacer la salvajada que hoy en día es la generalización. otro factor muy importante es que, a la mayoría le tocó crecer. ya sea porque cumplieron la mayoría de edad, se graduaron o tuvieron que enfrentar la vida laboral nuevamente. ya no teníamos el tiempo o la madurez para manejar una comuna online progresista y antipatriarcal. el activismo era tan para dummies que luego de la pandemia, se sentía como un hobbie que abandonas cuándo ya te cansas de él.

en mi caso en específico no fue así, le agarré cariño a la lucha social. lo cuál detestaba, porque si el mundo realmente estuviese bien, no tendría que haberle “agarrado cariño” a luchar por mis derechos básicos, que merezco por ser parte de la raza humana. hay una frase dice que el arte está para darle cobijo al incomodado, y así incomodar al que está acobijado. quizá es la mejor manera que tengo de explicarlo, porque en ese momento supe el poder que tiene mi existencia —y la de muchos más —de desafíar al sistema solo por ese hecho, y el haber encontrado una comunidad que celebraba aquello se sintió como un abrazo que traspasaba lo físico.

mi pregunta es, ¿por qué el cambio tan abrupto de panorama?

la respuesta, nadie es inmune a la propaganda. y la cosa con la propaganda es que, nadie sabe que lo es hasta que ya es tarde. es precisamente lo que ocurrió aquí, y es lo que sigue ocurriendo.

¿qué tienen en común emilia mernes y kamala harris?

aparte de existir en los dos ambientes laborales más anti-mujeres actualmente, claro está. con ellas voy a ejemplificar dos ejemplos que, aunque contrarios, explican lo mismo, cómo la apolítica lentamente nos está llevando de vuelta a 1940.

kamala harris fue y es una de las mejores candidatas a la presidencia de gringoland- digo, estados unidos. alcanzó todos los cargos públicos de alto rango que te puedas imaginar gracias a su brillante educación y sus orígenes humildes que, curiosamente, también están muy afianzados en la lucha por los derechos civiles, todo eso siendo una mujer inmigrante y afroamericana. en sus entrevistas habla segura de sí misma y su discurso, pero también puede tener sentido del humor y ser una persona normal, lo cuál a mucha gente le sorprendió (dios prohíba que una mujer tenga personalidad, vaya).

en su momento fue una contendiente ejemplar, que superaba al que (desafortunadamente) hoy es presidente de estados unidos, en todos los aspectos. pero al pueblo no le importó, y sabemos quién ganó. esto también le ocurrió a hilary clinton en su campaña para la presidencia, pero eso queda para otro artículo.

uso a kamala como ejemplo porque muchos la cuestionaron por querer tener un acercamiento con las personas jóvenes, dejar atrás esa figura y porte de ser todopoderoso que ha detenido a la generación zeta a relacionarse con la política. porque claro, es totalmente ilógico que una figura presidencial busque el bien común, priorizando a los rezagados por el sistema, cómo se atreve ella. y porque, fuera de latinoamérica mucha gente se lavó las manos del asunto diciendo que “no era nuestro problema.”

pues vale, ahora te quedas sin tu pedido del shein y le dices adiós a tus productos gringos importados. atte: los aranceles.

que a ver, no obsesionarte con las elecciones de un país al que ni siquiera tienes visa para entrar tampoco es pecado, mucho menos en una vida dónde vivir puede tornarse estresante. pero decir que “no es tu problema” mientras vives con un salario mínimo en latinoamérica es un error garrafal. primero porque, el 90% de la economía del continente depende de estados unidos y sus respectivos tratados comerciales. si algún día, USA decide que no quiere comprarle más café o plátanos a tu país, todo se va a desestabilizar. segundo porque, así tu país afortunadamente no dependa de la exportación gringa, si a los gringos no les gusta vivir en gringolandia, ¿adónde crees que van a ir? exactamente. quizá no vayan a tu rancho específicamente, pero sí te vas a ver afectado cuando se te mande a desocupar porque van a construir un condominio de airbnb’s o te suban la renta y que ahora valga un ojo de la cara. hay más razones, créeme. pero tampoco me veas la cara de economista, pero igual creo que se entiende a dónde se dirige mi queja.

pecar de apolítico por desconocimiento y excusarte con que no es algo que te afecte, efectivamente te va a terminar afectando. incluso si estados unidos no fuese la potencia que es ni tuviese la relevancia que definitivamente tiene, toda acción tiene su reacción igual o contraria que no conoce límites territoriales.

entonces, ¿qué tiene que ver emilia mernes?

para que no suene a que estoy juntando peras con manzanas. emilia mernes se ha visto envuelta en más de una por ser particularmente apolítica, pues argentina no está pasando por las mejores a nivel político-económico. pero no hablaré de ella específicamente porque su apolítica tiene un enfoque distinto y mi intención es hablar desde el impacto al ciudadano promedio. hablaré de la reacción a las declaraciones de emilia que evitan tomar una postura política.

he visto hasta el cansancio decir que como ella es cantante, debería conformarse con cantar, que ella no le debe a la sociedad nada, y que no celebrar públicamente una postura política no significa que no tenga una. vale, lo último te lo compro, pero lo demás no tiene ni pies ni cabeza. sin importar si emilia se crea política o no, su arte es político. no porque sea propaganda partidista, pero porque le designa un papel dentro del esquema sociopolítico (resaltando el socio para que se entienda!!!), que a su vez gracias a su posición como artista y celebridad, también le da poder. poder de guiar, de influenciar y de hacer decidir a la gente. y no es cuestión de elegir si quiere tenerlo o no, es cuestión de demostrar ser una persona con principios, porque solo si alguien le da valor al papel que juega dentro de la sociología de un país, es que puede atreverse a darle valor a su trabajo como artista. el hecho de que sus fans en argentina estén de acuerdo con ella, y acepten su apolítica como un estándar pese a que es lo que menos necesita argentina en estos momentos es prueba de que lo que digo no son solo conjeturas.

en estos casos, una figura es extremadamente política y la otra lucha para no ser relacionada con la política. pero es el punto de encuentro que voy a utilizar para decir que: el sistema te puede estar llevándote al matadero, pero tú acabarás yendo con una sonrisa hasta que llegues ahí. ya sea porque te prometieron la libertad o porque no te molestaste en prestar atención al camino.

es “rebelión en la granja” resurgiendo una y otra vez. quién no aprende su historia está condenado a repetirla. este fenómeno no es nuevo, pero sí que está tomando fuerza en los últimos años. nos están haciendo creer que es normal sobrevivir al sistema. pues no, no es normal creer que tienes que aferrarte a tus pasiones no puedes usarlas para sobrevivir. yo creí que no estábamos tan mal, hasta que me enteré que estaba volviendo el slutshaming místico porque “el sexo es intercambiar energías, y si ya tú lo hiciste con más de dos personas entonces estás cargada negativamente.” ah caray, no sabía que las mujeres ahora éramos electrones.

por si no queda claro, no es normal que cada día hayan más personas jóvenes aspirando al modelo de la “nuclear family” misógina, dañina y opresora bajo la excusa del tradicionalismo. no es normal que estén volviendo los roles de género de la época de tus abuelos bajo la excusa de la “energía femenina y masculina”. no es normal querer que todos nos veamos iguales, nos vistamos iguales para ir a los mismos sitios ni queramos pagar la misma hipoteca.

es momento de despertar, de catastrofizar, de sobrepensar. al sistema le conviene tenerte con antiojeras. no solo para que no veas cuándo pasen el cuchillo por la garganta de quién tienes al lado, sino para que no veas cuándo lo pongan en el tuyo.

la apolítica no te va a salvar.

vivimos en una sociedad que te tiene sobreestimulado, ansioso, preocupado y estresado. sé que es más fácil lavarse las manos del asunto porque nos hacemos creer que mientras hagamos las cosas bien, menos nos va a terminar afectando. puedes darte las tres palmaditas de consuelo antes de dormir pensando en que como está pasando al otro lado del mundo, no es tu asunto cuántas familias estén en luto ni cuántos niños no podrán seguir celebrando más cumpleaños.

es absurdo creerte una persona empática si no eres capaz de ver la lucha del rezagado por el sistema cómo la tuya propia por el simple hecho de que algún día el rezagado seas tú. es el ejercicio más básico de empatía que existe. la lucha social no debería ser una carga si lo estás haciendo honestamente, contrario a lo que te hace creer el sistema, solo aquellos con la suficiente empatía son capaces de ver el valor político en el acto más pequeño.

lo que más me duele del panorama actual es que los activistas se hayan vuelto los hippies del siglo xxi. personas que creen en fantasías, cómo la de vivir en un mundo igualitario y equitativo. quién diría que soñar también sería un acto político.

yo sueño con que todos compartamos el mismo sueño.

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