Soy papá presente, aunque no viva con mis hijos

Soy papá presente, aunque no viva con mis hijos

Kurt Bendfeldt

20/05/2025

Porque el amor de un padre no se mide por el techo compartido, sino por el corazón conectado.

No vivo bajo el mismo techo que mis hijos.
No escucho su voz cada mañana al despertar, ni estoy ahí cada noche para arroparlos.
Y sí, duele.
Duele no verlos crecer segundo a segundo.
Duele no estar en cada tarea, en cada juego, en cada momento cotidiano.
Pero eso no me hace menos padre.

Soy papá de otra forma. Una que muchos no ven, pero que es tan real como los abrazos que me esperan cuando nos reencontramos.

Soy papá cuando me esfuerzo por darles lo mejor, incluso cuando el cansancio me vence.
Soy papá cuando los pienso a cada hora, cuando me parte el alma no estar, pero igual estoy.
Soy papá cuando llamo, cuando escucho, cuando oro por ellos en silencio.
Soy papá cuando, desde la distancia, les hago sentir que siempre tienen un lugar donde son amados sin condiciones.

No siempre es fácil.
Hay días donde me cuestiono si estoy haciendo lo suficiente.
Donde quisiera detener el tiempo y estar en todas.
Pero entendí que ser papá no es una geografía. Es un compromiso del alma.

Y no necesito vivir con ellos para estar en su vida.
Estoy en sus risas, en sus recuerdos, en sus fotos, en cada “te amo” que cruza la distancia.

A los papás como yo, que no están físicamente todos los días, les digo:
no bajen los brazos. No crean que no importan. No dejen de construir ese puente invisible que los une.

Porque un padre presente no es el que siempre está…
Es el que nunca se va del corazón.

«Y Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres…»
— Malaquías 4:6

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