Te dejo ir.
Abre tus alas y surca los cielos. Vuela, vuela alto, hacia arriba y sin regreso.

¡Piénsalo! Para ti, no soy más que un cúmulo de deseos repentinos, un ideal de algo que no existe. Soy lo que crees que está bien cuando todo lo que te rodea va mal.

Me duele, porque pude haber amado tus defectos, pero nunca llegué a conocerlos. Tuve la intención de volar a tu lado, pero tus alas rotas querían conquistar otros cielos. Estaba preparada para lo que desearas hacer, esperaba tu llamada, tu mensaje, una pista de tus deseos… pero jamás te percibí.

Años cerca de tu presencia, pero lejos de ti. No me culpes si ya mis suspiros no son por ti. No quiero fantasmas que van y vienen, esperando disponibilidad constante. ¡Y no te confundas! Créeme: tengo el tiempo, el espacio… pero ya no tengo ganas.

Ante tus besos, solo te debo debilidad. Nuestra historia siempre estará en mí. Mil escritos dejan constancia de lo que pasó.
Te dejo.
Nos debemos una historia larga, de esas con varios capítulos, de esas que tienen varios libros y se hacen eternas para quien las lee. Pero tú y yo no somos de esos.
Fuimos un texto corto, con final inesperado, y la intensidad de un tsunami que culminó en la playa del ahora. By DA

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS