Adán y Eva no vivían desnudos cubiertos con hojas, ni habitaron en chozas armadas con ramas y cuero.Aún tras ser expulsados del Edén, ellos tuvieron un reino. Adán abía sido coronado rey de todos los humanos y Eva su reina, y su hogar estuvo en la magnífica ciudad de Eridú, ahí en Sumeria, al sur de donde hoy es Irak.
Pero el estado caído en que se encontraban ahora los tenía desolados aún en medio de la belleza que aún los rodeaba
Seguían teniendo a los animales pero estos ahora les tenían miedo
Seguían teniendo las plantas pero ahora algunas les eran venenosas
Seguían teniendo sus ciudades y tuvieron a sus gentes (pues no estaban sólos en el mundo, ya que el jardín era solo un dominio del que ellos gozaban la dicha de poser participar antes de la caída) pero las dificultades no se hicieron esperar.
Los siete «príncipes» del infierno, aquellos que habían liderado la rebelión en los cielos y enviado a su agente a convertir a la serpiente en su aliado entre las criaturas, hicieron todo lo que se les ocurriese para acabar con la humanidad. Peligrosos monstruos azotaban la tierra y atacaban las ciudades, pero los humanos (los Adani, como se llamaban en este tiempo) siempre los vencían. Así, supieron que no podían acabar con la humanidad con ataques desde fuera solamente… tenían que atacarlos en el interior.
Adán y Eva fueron consolados cuando tuvieron a su primer hijo, el príncipe, el joven heredero, Caín, y llenó de felicidad a todos, junto a su gemela que había nacido con él, Kelemait. Y los dos crecieron juntos, inseparables. Entonces Adán y Eva tuvieron un nuevo par de mellizos, y estos fueron Abel y Luluwa. Abel y Caín crecieron como uña y mugre y lo mismo sucedió con Kelemaith y Luluwä. Los cuatro príncipes eran inseparables y se les dió comando sobre los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales y las cuatro estaciones, así como las cuatro esquinas de la tierra.
Pero Caligastia, aquel infeliz condenado, el más bajo de los ángeles caídos a quien los siete príncipes infernales enviaron a manipular a la serpiente, continuaba al asedio, y vió en el apasionado Caín un objetivo con el cual llevar a cabo la nueva etapa del plan.
Así fue que los demonios o «daimon» empezaron a influenciar a ciertas personas para darles a conocer tecnologías que no debían saber, y particularmente aquellas fuerzas que les permitirian destapar aquello que Adán y Eva despertaron con su caída: los siete pecados capitales. Crearon entonces siete esferas llamadas «los frutos del mal» que contenian la esencia de los siete pecados, y Caligastia fue personalmente ante Caín con la esfera rosa, que es la peor de todas porque es la de la soberbia, y disfrazado de un simple joven lo empezó a adular con felicitaciones por su desempeño como granjero y como cazador, y Caín se sintió orgulloso.
Esto fue el comienzo de su caída, perdiendo la más importante de las virtudes que es la humildad.Continuó con las demás esferas de vicios: le acercó la de color violeta que es la de la glotonería y el consumo inacabable, y así Caín empezó a comer fuera de horario, y a tomar un afán por el placer que hacía que se irritara con facilidad cuando no obtenía lo que quería, siendo él antes muy paciente. Después la de color azul que era la pereza y la tristeza, la apatía y ocio, y empezó a descuidar sus deberes y sentirse melancólico; la de color verde que era la avaricia y la ambición, y entonces codició un poder mayor al de su padre, y se planteó, como príncipe, tener sus propias ciudades y ejércitos de cazadores de monstruos.
Pero las peores fueron las últimas tres: la esfera amarilla era la de la lujuria y con ella, el falso amigo Caligastia hizo despertar en Caín un deseo obsesivo por sus hermanas. Adán y Eva habían decidido (no me pregunten por qué, costumbres de la época y de la genética de ese entonces) que Caín se casaría con Luluwa, la gemela de Abel, y Abel con Kelemaith, la gemela de Caín. Abel y Kelemaith estaban dispuesto a unirse con un amor puro, pero Luluwa había sido también tocada por las esferas de Caligastia y Caín, al tener contacto con la esfera amarilla, empezó a desear a Luluwa con lascivia, y a Kelemaith también, pese a que era la mujer de su hermano, diciendo que debía ser suya por haberse criado con él. Así fue que llegó la esfera naranja que era la de la envidia, con la que Caín envidió a Abel no sólo por Kelemaith, sino por su bondad y pureza. Tiempo después, las bodas se concretaron. Abel y Kelemaith tuvieron doce pares de gemelos, varón y niña en cada par, mientras que Caín y Luluwa tuvieron a nueve niñas y siete varones. Pero los vicios sembrados en Caín ya no dejaban de crecer, y finalmente un día, cuando Abel realizó el sacrificio que agradó a Dios, la envidia fue tan grande que Caín volvió ante Caligastia, a quien dejó de contactar por un tiempo, y fue entonces que éste lo tocó con la esfera roja de la ira. Preso por su poder endemoniado, Caín asaltó a Abel y lo asesinó, y este fue el primer asesinato de un adani contra otro.
Esta acción y mal ejemplo no sólo perjudicaron a Caín, sino a su descendencia, pues sus hijos de pronto se volvieron contra los hijos de Abel, y estos, asustados al ver la violencia de sus primos, huyeron de Eridú y corrieron por campos y bosques y montañas, con Kelemaith para siempre dolida por la perdida de Abel. Los hijos de Caín se convirtieron en proscritos, y empezaron a tratar de someter a los adani por la fuerza. Caín por su parte, se arrepintió al instante, y su amargura por la culpa de haber matado a Abel fue grande. En cambio, Luluwa se llenó de soberbia como «madre del linaje de la serpiente» que es como se empezó a llamar a los hijos de Caín y a los que los siguieron en su facción ultraviolenta y guerrillera, «La Simiente de la Serpiente» (y a Luluwa se le cambió el nombre a «Lilith»). Estos mismos comenzaron a fabricar a sus propios «humanos», con elementos y materia formaron cuerpos a los que animaban con fuerzas prohibidas que los daimon les proporcionaban, y así crearon a los «golems», y a los «grigori», que eran colosales figuras poderosas, titanes que inspiraron leyendas posteriores, que azotaron el mundo fuera del control de los Caini (el linaje de Caín).
En cambio, los Abeli, el clan de los hijos de Abel, huyeron lejos sin encontrar refugio que los protegiera de los asaltos de los Caini, hasta que Dios se apiadó de ellos y envió a Jegudiel, uno de los siete arcángeles, a decirles que no habían de temer, y luego envió a Rafael, el médico entre los siete arcángeles, a guiarlos hasta una tierra que ningún humano había conocido: Amani, también llamada «La Alta Edén», o «Hyperborea» en leyendas posteriores. Ahí, los hijos de Abel encontraron un refugio seguro, y Dios les dijo que por la pureza del sacrificio que Abel había ofrecido (simbolo del futuro sacrificio de Cristo) y por la injusticia que había sufrido a manos de Caín, ellos serían bendecidos con la capacidad de, si bien no por completo, ser restituidos en cuanto a sus cuerpos y mentes al estado mas cercano posible de la humanidad cuando Adán y Eva podían acceder al jardín del Edén, el cual ahora estaba custodiado por la espada de fuego de Jegudiel.
Pero no todos los Abeli se quedarían en Hyperborea. Querían volver a las tierras por todo el mundo y no sabían qué hacer, pero Dios les prometió que los mantendría a salvo, y que los protegería siempre, fuera de la vista de los humanos a menos que ellos quisiesen ser vistos.
Fue así que les dió santuarios, refugios, ciudades escondidas en los bosques y valles de todo el planeta, que eran tan bellos que tenían reflejos del Edén perdido, cubiertos por auras de otros mundos.
Fue así que surgió este clan que, pese a que son tan humanos como nosotros, gozan de una pequeña gran gracia natural que es reflejo del paraíso perdido, y que ahora son inmortalizados en la cultura y en la ficción como seres de la naturaleza, pero en realidad son nuestros hermanos escondidos que tienen la mejor comunicación con la creación.
Fue así que surgieron los Elfos.
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Abeli (Hijos de Abel) – Abli (confusión oral) – Albi – Albis/Albus/Albo (blanco) – Aelfus – Aelf/Aelven – Elf/Elven (inglés) – Elfo (español)
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