¿Dónde Habita la Musa?

Le digo algo: a veces, sin buscarlo, la vida nos pone delante de personas que, sin proponérnoslo, despiertan en nosotros algo que reposa en el silencio del descanso. Confieso que, en ocasiones, me sorprendo escribiendo, no por rutina ni por hábito, sino porque hay esencias de lo sublime —misterios encarnados en figura de mujer— que, al cruzarse en nuestro camino, despiertan la musa que todos llevamos dentro, pero que rara vez se manifiesta.

Y eso me ha ocurrido nuevamente con usted. Su “enigmática” personalidad, esencia y su presencia sutil pero luminosa, encienden en mí la necesidad inevitable de convertir en palabras lo que su sola existencia inspira.

Por eso, me he tomado la libertad de escribirle algo, movido no por cortesía, sino por ese impulso genuino que nace cuando uno encuentra gracia y encanto en lo inesperado.

Con la mayor honestidad y aprecio me dirijo a usted,

Es que valoro la esencia que la define. No me refiero únicamente a sus virtudes evidentes, como su inteligencia, su claridad de pensamiento o su léxico, que junto a su timbre de voz y el estilo que emplea -de forma natural claro- encanta; sino también a esos atributos más sutiles, que no siempre todos saben ver, pero que hacen de usted una persona excepcional.

Admiro profundamente de corazón la humildad que en usted habita, esa virtud de saber ser sencilla aun cuando posee cualidades que muchas no dudarían en exhibir, pero su prudencia, que denota madurez y sabiduría la llevan a actuar con cordura. Su educación y respeto hacia los demás son un reflejo de los principios que llevas arraigados en el alma. Y cómo no mencionar su forma de vestir, que lejos de buscar llamar la atención, proyecta elegancia, dignidad y pudor, revelando más de usted que cualquier palabra ¡eso habla mucho de usted!

Usted es de esas personas que no necesitan ruido para brillar, porque la luz que irradias proviene de la coherencia entre lo que piensas, lo que dices y lo que haces. Esa armonía interior, ese equilibrio sereno, es lo que verdaderamente la distingue y lo que, para mí, la convierte en alguien muy valiosa y digna de admiración.

Hay personas que atraen por lo que muestran, pero usted me cautiva por lo que oculta. No sé si es su forma o es porque tal vez le soy un extraño, pero su manera de evadirme no ahuyenta mi curiosidad, sino que la despierta con más intensidad y no sé a qué se debe eso. Algunas veces la catalogo como una alzaita o cimarroncita por su forma tímida, comedida o reservada, por eso no le hablo mucho, no me gustaría empantarla, jeje… Y perdóneme, pero es que usted es como un enigma que no se deja descifrar, como un susurro que se desvanece antes de ser escuchado. Y quizá no lo sepas, pero en cada silencio suyo, en cada distancia que marcas, siembras en mí un deseo irreprimible de conocerla, de descubrir lo que no dices, pero no me atrevo.

Quería que lo supieras, porque personas como usted no pasan desapercibidas para quienes saben mirar más allá de las apariencias.

Muy atte. Un fiel admirador de su distinguida persona.

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