Somos lenguaje, es una realidad. Así que, querido compañero de fatigas literarias y de plataforma de escritura creativa, Ramón C., sólo puedo darte la razón.

Después de tan merecida ovación, comparto contigo, compañero, la idea de que no hemos dejado de comunicarnos desde que el mundo es mundo. Por eso mismo, si llevamos toda nuestra existencia «comunicando» y comunicándonos , va a estar en lo cierto Ramón C.-sí, de nuevo tú-, que pasan los años y lo único que va modificándose es el soporte usado. Y hoy, hablar de nuevos soportes, es trasladar esta cuestión a los «Entornos Digitales».
Mi padre, por ejemplo, es un magnífico señor de 79 años con unas ganas constantes de aprender. Internet casi «domina» su bonito mundo.
Os cuento algo… desde que falta mi madre, mi valiente-gran padre ha encontrado en Internet su vía de escape para estar comunicado, para tener su propia ventana a las redes sociales, su entretenimiento alternativo o una herramienta de aprendizaje que le permite adquirir nuevas habilidades, entre otras cosas. Aunque no os voy a negar… que cada día «navegando» supone todo un desafío.
Pequeños contratiempos aparte, mi padre ha encontrado en su «reloj-cuasiamigo» un recordatorio diario para cumplir con la ingesta de sus medicinas; además, de una tranquilidad para todos los que estamos cerca de él. Este tipo de dispositivos permiten contar con una teleasistencia 24 horas y aquí la tecnología juega un papel importante, ya que es capaz de detectar emergencias y mantenernos a los que estamos cerca de él siempre informados. En resumen, me sorprende gratamente ver cómo mi padre utiliza la tecnología de manera cada vez más activa para mejorar su calidad de vida, mantenerse conectado con los suyos, combatir la soledad y acceder a una amplia gama de servicios y recursos que le permiten vivir de manera más independiente y también saludable.
Pero no podemos obviar que ellos, nuestros mayores, son vulnerables en muchos aspectos, y eso, también lo saben las redes; por eso son imprescindibles campañas como las que lanza el Instituto Nacional de Ciberseguridad ,que buscan la seguridad para todos, evitando fraudes y estafas de las que, lamentablemente, ellos son diana perfecta.
Y es que, lejos de restarles méritos, sólo podemos alabar la valiente la decisión de nuestros mayores de subirse al intrépido y loco tren de los nuevos Entornos Digitales. Un «viva» por esos «inmigrantes digitales«. En la otra cara de la moneda, mi hija. Ella es adolescente y está… en la flor la vida. Pero ella, a diferencia de mi padre, es toda una nativa digital. Sólo aquellos que han nacido rodeados de tecnología son capaces de tener así su escritorio…

Ambos parecen hablar un mismo lenguaje, pero con salvedades, cada uno lo hace a su propio ritmo y dentro de sus propios códigos. Mi hija abusa de las abreviaturas, prefiere audios a tener que escribir, manda mucho video de una sólo visualización, las redes sociales como Instagram o Tik-Tok absorben todo su tiempo, hacen los deberes conjuntamente por videollamada. El lenguaje de mi padre es bien distinto: le cuesta mucho mandar audios, no se las arregla bien para realizar una videollamada, sus textos son cortos pero se preocupa hasta por poner signos de puntuación… y ya, si me manda un emoji, me termina por conquistar!!

Dos mundos distintos, dos generaciones antagónicas y un mismo entorno que se empeña por acercarlos mientras de fondo se produce esa «radical transformación», compañero Ramón C.
Begoña Manchón
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