hay una ciudad adentro
ruidosa, sucia, sin faroles
donde no pasa el amor
ni siquiera de paso
vivo ahí
desde hace más tiempo del que admito
y no es valentía
esto de seguir caminando entre sombras
es costumbre,
como beber agua de lluvia
aunque tenga gusto a óxido
aprendí a fumar mis propios silencios
a dormir con la espalda contra la pared
a no esperar
ni siquiera un mensaje
que diga: “lo intenté”
tengo la fuerza quieta
de quien ha vivido muchos años de soledad,
no porque quiso,
sino porque aprendió a no romperse
cuando nadie tocaba la puerta
he hablado con mis muebles
les he contado lo que nunca dije a nadie
y a veces
ellos también lloran
yo no quiero redención
ni compañía por lástima
ni promesas que suenan a última llamada
si llegas,
que sea sin luz,
sin ruido,
sin salvarme
solo si sabes
cómo sentarte en el piso
y decir:
“también me duele”
entonces,
solo entonces,
podemos estar solos
pero juntos
en este infierno que a veces
parece hogar.
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