Solo la pureza de tus labios guardaba pacto con lo divino,
eran salmos de rosa entonados en el templo de tu boca.
Fueron míos…
los mordía como quien prueba el néctar de un fruto celestial,
y al hacerlo, creía poseer tu alma.
Pero nada es mío si se reparte,
si otros beben del vino que alguna vez fue consagrado a mis labios.
Así, tus milagros pierden poder,
y las alas de las hadas, despojadas de su magia,
se disuelven en galaxias rotas que ya no saben danzar.
No entiendo cómo algo tan luminoso como tú
pudo arrancar de raíz el jardín que sentía por ti.
¿Fue venganza? ¿Un eco de traición?
¿O simplemente tus latidos ya no bailan con los míos?
Sea como sea, me dejaste en la penumbra
de un amor que ya no respira mi nombre.
OPINIONES Y COMENTARIOS