Voy a hacer que mi ultimo cigarro valga la pena, así comenzó el  pobre escritor a escribir y en un intento de loca elocuencia por encontrar en su diccionario las palabras correctas, repetía en voz alta: 

-Avisar abismal, avasallar, avellanar, abanicar, avizorar-

En eso, los tacones de aguja de ella: 

-Trac, Trac – 

Primero lento, como tratando de no molestarlo.  Luego silencio de nuevo. 

Y de nuevo, el joven escritor continuaba con los ojos pegados, metidos en aquel librajillo desparpajado; 

-Avanzar, Avispar, A…-

Y en eso, nuevamente los tacones de ella, en la duela… pero esta vez con menos sigilo: 

-Trac, trac, tracc, traccc- 

En prisa de fuga o media fuga de un lado a otro y de nuevo silencio. 

-Anticipar, Aconsejar, Apretar, Aparentar, A…

Y otra vez, el tropel de zapatillas, pero esta vez de prisa, corriendo, de un lado a otro frenéticamente: 

-Tracccc… tracccc… traccc… traccccc-

El joven escritor respiro, suspiro mientra le daba una bocanada al humo pestilente de aquel ultimo cigarrillo y en eso, silencio. 

-Apestar, Aquilatar, Abocar, Apoquinar, Ablandar, Ablandir, A-

Y en eso nuevamente los tacones, pero esta vez, bajando de prisa la escalera, con llave, cartera en mano azoto la puerta y de un grito en la calle se escucho: ¡Taxi! y después de eso silencio. 

Por fin se fue, era la vecina de arriba que siempre a esa hora, decidía hacer el mayor ruido, para que nuestro joven escritor nunca pudiera de terminar de encontrar, en aquel desparpajo diccionario las palabras correctas para terminar su escrito, condenándolo así de no pasar de la pagina de la letra A.  

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