La oscuridad a veces me persigue. Últimamente dejo que me alcance. El miedo la acompaña como si fuesen la pareja perfecta con el único fin de hacerme renunciar. Me siento atrapada entre la espada y la pared. Esa pared que me ahoga haciéndome sentir encerrada y esa espada que por momentos me ayuda a luchar y otras se vuelve en mi contra.
Cuando somos chicos, nadie nos dice que ser adulto es tan difícil. Vemos a los grandes como personas resueltas, con los objetivos más que claros y teniendo todas sus esferas vitales en equilibrio. Hoy esa adulta soy yo y me doy cuenta de que no tengo nada resuelto, mis objetivos son más confusos que claros y mi equilibrio se siente tan firme como si hubiese sido creado para pender de un hilo.
Estoy muy cansada de sentir que debo explicaciones o de que el resto abuse de su libre albedrio opinando de todo lo que se le da la gana como si la vida fuese una obviedad como sumar 1 + 1 y que el resultado sea dos.
Nadie sabe más que uno mismo el dolor que vive día a día, las batallas que luchó y lucha constantemente. Incluso, me atrevo a decir, que en ocasiones ni uno mismo se conoce lo suficiente para poderse salvar.
Lo estoy intentando, de verdad. Intento levantarme cada mañana con la esperanza de que ese día va a ser diferente. Pongo todo de mi parte para que la crueldad del exterior no rompa mis barreras, que tanto me cuesta levantar. Me invento una fantasía de positividad diciéndome frases cliché para que me duela menos que todo esté saliendo al revés de lo que espero. Avanzo fingiendo que tengo idea de hacia donde voy, cuando ni siquiera sé si es donde realmente quisiera ir. Aún así, sigo sin encontrar el camino que me lleve hacia mi destino.
La soledad, que hasta hoy sigue siendo mi mejor amiga, me acompaña. Me escucha en el susurro de la noche, en las gotas que me llueven de los ojos y también en las canciones que mi mente suele tararear. Me permite sentir que no estoy sola aunque no haya nadie más, porque en ella escucho mi verdadera voz y sé que con el murmullo de la gente, no puedo escuchar.
Lo único que me gustaría poder prometerme es que, pase lo que pase, no me voy a abandonar. Tengo que tenerme paciencia y amor. No puedo titubear si el precio de elegirme significa dejar todo atrás. Es el costo que significa la libertad…
Gracias por leer
OPINIONES Y COMENTARIOS