El profesor Davis ha muerto. Hace apenas unas horas recibí la noticia de su deceso. La verdad es que no me sorprende, y no me refiero a que el profesor fuera un hombre viejo y endeble, al contrario. Si bien era mucho mayor que yo, conservaba una vitalidad pocas veces vista en un hombre de su edad. Junto con la nota que me avisaba de su muerte, llegó un mensaje de su puño y letra, en el que hablaba de su último trabajo en el Medio Oriente antes de la guerra, en Palestina, en el norte de Judea y en el valle mesopotámico de Irak. Ciertamente, me alivió que haya compartido conmigo sus conclusiones, hacía mucho que no sabía nada de él; a su regreso del Medio Oriente, se había vuelto paranoico y desconfiado. Solía preguntarle por sus más recientes hallazgos, pero palidecía y trataba de cambiar de tema lo antes posible. Muchas veces sugerí llevarlo con un médico, pero esta idea parecía mortificarlo aún más, y en esos casos entraba en una especie de crisis. Por eso su muerte no me sorprende, aunque sí me genera cierto alivio, pues lamentaba mucho ver a una mente tan brillante nublándose cada vez más.
Como a todo académico, le gustaban los desafíos, esa ansiedad tan típica de las mentes inquietas, por buscar respuestas. Lo conocí cuando hacía mis estudios sobre historia y arqueología en la universidad; y ya desde entonces me gustaron sus clases. Asistí a la mayoría de ellas, creando entre nosotros una íntima amistad. Solíamos hablar de historia casi todo el tiempo; sobre todo en la cafetería de la universidad, o en un viejo café que queda en la 56 este, llamado The Big Mama Café. Allí otros colegas del profesor acostumbraban a reunirse, compartiendo ideas y trabajos. Cuando pienso en aquellos tiempos, no puedo evitar sonreír al recordar el carácter dicharachero del profesor, debatiendo ideas y sugiriendo otras. Ahora que lo pienso, fueron días felices, pues pude enriquecerme de muchas fuentes, cada una más interesante que la anterior. Pronto yo también empecé a dar clases y mis pequeñas reuniones con mi amigo y sus colegas fueron quedando rezagadas. La docencia ocupaba casi todo mi tiempo, y en las pocas veces que pude verlo, me hablaba de un proyecto en el Medio Oriente que estaba preparando, y que le tomaría unos años llevar a cabo.
Ahora, James Davis ha muerto. Y todo cuanto queda de él, es la conclusión final de un trabajo que lo llevó a la locura. Paso a transcribir su último mensaje para mí:
“Justin, te pido mil disculpas si a lo largo de este tiempo desperté en ti tristeza y curiosidad. La verdad, no creo que estés preparado (posiblemente nadie en este mundo) para asimilar lo que voy a contarte. Como recordarás, hace algunos años me fui de expedición al Medio Oriente; no podía contarte exactamente de qué venía mi trabajo en ese momento, porque ni siquiera yo sabía lo que encontraría. Todo comenzó cierto día, en la vieja cafetería de la 56 a la que solíamos ir después de clases. Uno de mis colegas arqueólogos había regresado de Irak. Según nos dijo, había encontrado algo que prometía cambiar nuestra visión sobre los dogmas y las convicciones que durante tanto tiempo habían existido en nuestro mundo. Estas palabras me sorprendieron, todos los que estábamos allí esa tarde sentimos curiosidad. Entonces nuestro amigo sacó una hoja de papel que desdobló frente a nosotros. En ella había un símbolo que nunca había visto antes: se trataba de un círculo perfectamente hecho, y en su centro había un hexágono, y de cada punta del hexágono salían líneas que trascendían el círculo, formando caracteres desconocidos. Además, había una inscripción en lo que podía ser arameo; no estaba seguro. Nos explicó que solo había podido traducir una parte de la inscripción: «Un enemigo del bien más peligroso que la malicia». Él estaba seguro de que hacía referencia a algún tipo de dios mesopotámico, y esperaba seguir con su investigación y regresar a Irak para continuar con las excavaciones. Esa misma noche le llamé por teléfono y acordamos continuar juntos en el proyecto. Nos tomó meses traducir el resto de la inscripción. Nos alejamos de amigos y familia; nos metimos de lleno a resolver el enigma que teníamos ante nosotros.
Descubrimos que el idioma en que estaba escrito no era arameo, pero se le asemejaba mucho. Por fin, cierta noche, logramos traducirlo completo, la oración decía: «cuidado con Mapsal, a quien llaman el necio, un enemigo del bien más peligroso que la malicia.» Ahora, nada en mis conocimientos como historiador hacía referencia a un ser así. ¿Podía existir algo más corrupto que la maldad misma? Como su nombre no dejaba de inquietarme, decidí buscar referencias. Seguramente te reirás de mí, Justin, pero cuando todo parecía no tener salida, hallé una interesante alusión a nuestro personaje en un ensayo de filosofía sobre la estupidez: «La estupidez es un enemigo del bien más peligroso que la maldad.» Tal vez no quieras creerme, Justin, mi colega tampoco me creyó al principio. El ensayo decía básicamente que se puede luchar contra la maldad, pero contra la estupidez no hay manera, y que esto hace que un estúpido sea más peligroso que alguien malvado. Cuando revisamos nuestra traducción, Mapsal el necio, también podía traducirse como Mapsal el tonto, o el estúpido. Queriendo saber más organizamos nuestro viaje a Irak, pero mi compañero fue diagnosticado con una enfermedad terminal que acabó con él antes de que pudiéramos partir. Así pues, tuve que ir yo solo. Lo primero que hice fue ir a Bagdad, pensaba que desde allí podría encontrar algo de información sobre el tema. Pero no había en Bagdad nada que pudiera llevarme tras la pista de este icónico ser.
Como recordarás Justin, habíamos descifrado la inscripción que acompañaba al símbolo, se sabía que algo tenía que ver con el arameo, y bajo esta hipótesis recorrí muchos lugares. Me tomó mucho tiempo pero finalmente logré encontrar lo que buscaba. Mi buen amigo, a nadie más que a ti puedo confiarle algo como esto, te pido por favor que destruyas esta carta en cuanto termines de leerla, pues es peligroso que salga a la luz. Desde mi regreso a occidente tengo la certeza de que me siguen, de que vigilan cada uno de mis pasos. Lo que voy a mostrarte es una compilación que hice de muchos textos durante mi larga estadía en el Medio Oriente: «Entre todos los seres que se alzaron contra la divina majestad de Dios, ninguno ha sido más célebre que Lucifer. De su nombre, de su caída y de las causas de su rebelión, abundan los testimonios, y han sido innumerables los hombres inspirados por su historia. Representación suprema del mal en diversas culturas y tradiciones religiosas, su figura oscurece, sin embargo, la existencia de otro ente más antiguo y formidable: Mapsal. De acuerdo con los escasos vestigios que han llegado hasta nosotros, fue en su origen un ángel , a quien se encomendó la custodia del fruto prohibido. Un manuscrito, hallado en las regiones septentrionales de Judea, lo describe como un ser de majestuoso aspecto, armado con una espada de fuego. Otros textos, procedentes de Palestina y especialmente del septentrión de Irak, proporcionan descripciones diversas. Uno de los relatos más antiguos sostiene que su esencia se hallaba dividida en seis aspectos: discernimiento, responsabilidad, moral, ignorancia, complacencia y humanidad.
Según se narra, Dios, en su infinita sabiduría, deseaba preservar la pureza de la humanidad naciente, por lo cual confinó en una manzana la dualidad de Mapsal, confiándole además la misión de guardarla. De esta manera, como todos los ángeles, su deber era velar por los hombres, aunque su encargo revestía una importancia singular.
Pero Lucifer despertó en su corazón la envidia por Mapsal; anhelaba ser el custodio de aquel fruto y ser caro a los ojos del Creador. Además, no quería estar al servicio de seres que no provenían, como él, de Dios mismo. Al contrario, pensó en dominarlos y en dominar toda la creación. Para lograrlo, quiso apoderarse del fruto prohibido y llamó a sus legiones a una guerra. Una larga batalla se desencadenó en el paraíso; legiones enteras se rebelaron, siendo al final derrotadas por Mapsal y Gabriel. Entonces Dios se levantó de su trono y dijo:
“Una parte de mí está herida con esta confrontación, pues todos son mis hijos y los amo. Pero hoy les digo ¡ea! Que aquellos que me han desafiado no vuelvan a ver mi rostro, ni oír mi voz, ni sentir mi luz, pues yo ya no seré parte de ellos, ni ellos de mí.” Y entonces volvió su rostro a Mapsal y dijo:
“Has hecho bien cumpliendo con la tarea que te asigné; has demostrado ser digno de mi gracia, y por eso estarás a mi lado cuando llegue el momento de darle conocimiento a los humanos.”
Y el corazón de Mapsal se llenó de orgullo. Entonces se volvió hacia Gabriel y dijo:
“También tú, Gabriel, serás quien sabrá de primera instancia mis planes para el mundo.”
Y el corazón de Gabriel se llenó de orgullo.
Entonces las legiones rebeldes fueron lanzadas al Averno. Se dice que el Averno era un vacío insondable al que no llegaba ninguna luz ni sonido. Y los ángeles que se rebelaron lloraron arrepentidos. Entonces Lucifer volvió su rostro hacia ellos y les dijo:
“Mis hermanos, el Altísimo, nuestro padre, nos ha dado la espalda. Nos ha privado de su gracia, y ya nunca más veremos su rostro ni oiremos su voz. Ya no somos parte de Él, ni Él de nosotros. Pero yo les digo ¡ea! Que la luz del Altísimo nunca sea bienvenida aquí, pues yo seré su nueva luz, y podrán ver mi rostro y oír mi voz. Son ahora parte de mí, y yo soy parte de ustedes.”
Y Lucifer creó un paraíso para él y sus hermanos. Tenía este lugar jardines colgantes y cascadas de agua cristalina; dulces frutos y suave hierba. Y la ira de Dios resonó por todo el firmamento:
“¿Osaste rebelarte ante mí, y ahora lo intentas de nuevo? Que esta creación sea una maldición para ti y para los tuyos.”
Y las aguas se secaron, los frutos y las hierbas se marchitaron, y una densa oscuridad bañó la creación de Lucifer. Y así fue conocido como Satanás, el adversario.
La paz volvió al paraíso, y los ángeles cantaron y alabaron a Dios en su trono. Y entonces, Dios levantó sus manos; las alabanzas cesaron. Volvió a sentarse en su trono y dijo:
“He designado siete días para crear el mundo, y permitiré que solo aquellos que me fueron fieles me ayuden. Pero no podrán intervenir en el, pues el mundo dormirá hasta que llegue el momento elegido por mí para que despierte”.
Y así se hizo. Pero cuando el primer hombre y la primera mujer fueron creados, Mapsal estuvo ahí más que nadie. Y sucedió que Mapsal se enamoró de la belleza de estos seres, quienes recibieron el nombre de Adán y Lilith.
Entonces Dios sopló sobre ellos, dándoles vida. Les dijo:
“Florezcan y multiplíquense, llenen la tierra, gócenla. Señoreen en los peces del mar, las aves del cielo y en todo animal que se mueva sobre la tierra.”
Grata era la vida de Adán y Lilith en el Edén; reían y jugaban. Mapsal los observaba con cariño y les explicaba cosas. Pero entonces sucedió que Lilith no quiso seguir los deseos de Dios.
Y Dios volvió su rostro hacia ella y le preguntó:
“¿Por qué no te unes a tu esposo?”
“¿Por qué debo unirme a él, si nos has hecho iguales?” respondió Lilith.
Entonces Dios le preguntó a Mapsal:
“¿Acaso le has dado el fruto que te prohibí que les dieras?”
Pero Mapsal se arrodilló ante Dios y le enseñó el fruto intacto. El Creador se pronunció:
“¿Qué le has estado enseñando? Tu afán por ayudarlos pone en peligro mi plan divino.”
Y Dios levantó su mano para destruirla, pero Mapsal se echó a sus pies implorando que perdonara a la mujer. Y Dios tuvo compasión de Mapsal. Volviendo su rostro a Lilith, dijo:
“Debes unirte a tu esposo y llenar la tierra; ese es el designio que yo he preparado.”
Pero Lilith terminó abandonando el Edén por su propio pie. Se dice que entonces, el mundo más allá del Edén era frío y estéril, pues no había llegado el momento designado por Dios para que este despertara.
Mapsal era caro a los ojos de Dios, y este entendió su piedad. A petición suya, envió ángeles a buscarla, pero Lilith ya no quiso volver. Entonces Satanás se presentó ante ella:
“¿Por qué lloras, flor del Edén? ¿El Altísimo no te ha dado el lugar que mereces? Yo no soy como él; déjame darte el lugar que tanto reclamas.”
Y tomando un poco de árida tierra, creó un compañero para Lilith. Este era gris como el seco polvo del que fue hecho, y se dividía en múltiples grietas. Llámase este ser Ramael, y juntos marcharon a los dominios del infierno. Como padre y madre se unieron, y su descendencia pobló el averno. Ramael y Lilith, pasaron a ser conocidos como los Corruptos, son entes vinculados con la identidad y el empoderamiento. Padres de los Crimentil, representan una antítesis de los hijos de Dios: seres que caminan entre los hombres sin poder ser distinguidos como algo distinto. La figura de Lilith pasó de ser angelical a algo más irreal y perverso, desarrollando un odio visceral por los hombres, mientras que Ramael se muestra como un misógino. Ramael y Lilith son vistos como la antítesis de Adán y Eva; su unión corresponde más a la perversidad conjunta antes que otra cosa. Suelen expresar su voluntad a través de sus hijos, o se manifiestan directamente en la mente de sus víctimas. En cuanto a los Crimentil, parte del plan divino era borrarlos de la creación con el Diluvio, pero mucho antes de este, ya habían poblado el mundo durante generaciones, y sus descendientes aún caminan entre nosotros. Continuando con el relato, una profunda amargura hizo llorar a Mapsal, llenando su corazón de odio, pues amaba a Lilith tanto como a Adán, y suplicó la intervención de Dios. Por eso creó una nueva compañera para Adán, hecha de su costilla, a la que llamó Eva.
Se acercaba el momento en que los hijos de Dios saldrían al mundo, y Mapsal, sabiéndose caro a los ojos del Creador, le entregó el fruto a Eva, y esta, a su vez, se lo dio a Adán. Con ello, el plan divino había fracasado; Adán y Eva fueron expulsados del Edén.
Mapsal se echó a los pies de Dios y suplicó su perdón. Pero el Creador se pronunció:
“Eras caro ante mis ojos por haberme sido fiel, habías cumplido tu tarea, pero ahora el hombre no encontrará redención en ti, pues no estaban listos para ese regalo. ¡Ea! Ve y contempla tu trabajo, mira con tus propios ojos qué destino les aguarda. El enemigo de la creación está ahí fuera, esperando, y ellos no están preparados para hacerle frente. A donde sea que vayas, a quien sea que te dirijas, todos te conocerán como Hatipsa (el estúpido). Es tu castigo por dar conocimiento arbitrariamente.”
Desde entonces, su conciencia fragmentada comenzó a sufrir con las decisiones humanas. En su desesperación, Mapsal llegó a aborrecer tanto a la humanidad como a su Creador. A diferencia de otros demonios que buscan la condena de las almas mediante tentaciones o corrupciones manifiestas, Mapsal ejerce su influencia oscureciendo la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. Ha sembrado, y continúa sembrando, el germen de la discordia y del conflicto entre los hombres.
Aunque su nombre rara vez se menciona, y no existe culto alguno en su honor, las tradiciones religiosas, especialmente la judeocristiana, lo asociaron erróneamente con la mera desobediencia, incrementando así inadvertidamente su poder. Según los estudios de los textos antiguos, solo la ausencia de convicciones dogmáticas parece ofrecer alguna resistencia a su influencia.
Un manuscrito recientemente hallado en Egipto, aunque no menciona de manera explícita a Mapsal, refiere a un lugar que podría interpretarse como una forma de ante-infierno. Este espacio es denominado יער האמת (Yaar HaEmet, “el bosque de la verdad”). Se lo describe como un bosque espeso y eterno, en cuyo centro se abre un claro donde se erige un arco de piedra. Sobre este arco, una inscripción en lengua hebrea reza:
“Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos. Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.”
Los condenados que deambulan en este lugar llevan grabado en la frente un símbolo asociado a Mapsal: un círculo perfecto en cuyo centro se inscribe un hexágono. De cada vértice del hexágono emergen cuatro líneas que atraviesan el círculo y concluyen formando signos de naturaleza desconocida.
Estas almas errantes están condenadas a recorrer interminablemente los múltiples senderos del bosque, perseguidas sin descanso por criaturas de fuerte carga simbólica: un perro (representación de la moral), un león (la responsabilidad), una cabra (la complacencia) y un centauro (síntesis de la humanidad y la ignorancia). Sin importar qué senda elijan, los condenados son alcanzados una y otra vez por estas entidades, en un ciclo perpetuo de huida y sufrimiento. Allí, van a parar las almas de líderes religiosos y monarcas que nublaron el discernimiento de sus seguidores arrastrándolos con ellos, no solo en vida terrenal, si no espiritual. Así mismo a todos aquellos que en vida llevaron sus convicciones y dogmas al extremo. Comparando otras fuentes, como el Libro de Enoc, puede observarse que las acciones de Mapsal no pasaron desapercibidas para otros ángeles. Relata Enoc cómo los vigilantes, enviados a proteger a la humanidad, acabaron corrompiéndose y dando origen a los Nefilim, una de las razones por la cual sobrevino el diluvio y la condena divina. Y en esto se diferencian de los crimentil. Mientras los Nefilim son descritos como gigantes cuyo uso de razón era diferente al de los humanos y su origen corresponde al amor que sentían los ángeles por la humanidad, (terminaron arrasados por el diluvio) a los crimentil se les atribuye el orígen del paganismo, ya que adoraban a sus propios dioses (ángeles caídos).
Incluso en los Evangelios, en el episodio de la mujer adúltera (Juan 8:7-11), Jesús actúa contra la rigidez de las convicciones, en una escena que, bajo cierto análisis, no sólo representa una victoria sobre la tentación de Satanás, sino también sobre la insidiosa influencia de Mapsal. La traición de Judas, interpretada bajo esta luz, no obedecería tanto a la maldad cuanto a una creencia errada de que el Mesías debía liberar a Israel de Roma mediante la fuerza.» Ahora lo ves Justin. ¿Comprendes ahora mi actuar? Aunque la figura de Mapsal no es muy reconocida en la actualidad, su poder e influencia siguen intactos. Piénsalo, no sería descabellado pensar que este ser, logro distorsionar el mensaje original de Cristo, así como ha distorsionado el de tantos líderes y monarcas. Ahora que te he introducido a la influencia de este ser, debes ignorarlo, recuerda que solo la duda y el constante cuestionamiento pueden hacerle frente. Esto es más de lo que yo he podido asimilar, pero tú eres joven. Los jóvenes siempre tienen preguntas, cuando termines de leer quema estas páginas; y no te sorprendas de que hayan querido mantenerlo oculto…Así que Justin, ahora conoces la verdad. Como te decía al principio de esta carta, no creo que estés listo para asumir un descubrimiento de este tamaño. Debo reiterarte que lo destruyas, y así es mejor. A veces hay cosas que deben permanecer ocultas, por el bien de todos.”
Así es como finaliza el último mensaje de James Davis para mí. Debo reconocer que no deja de inquietarme. Que este ser sea una sombra, un susurro del que nadie se ha percatado, solo deja más dudas que respuestas. Como un amante de la historia debo confesar que me atrae. Pero tampoco debo perder la cabeza. No es el primer ni el último manuscrito que promete dar una respuesta, aunque sí que reescribe todo aquello en lo que pensamos. He quemado la carta original, y conservaré esta copia como una mera inquietud intelectual.
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