Año 623, estación Regn
Tribu de Zondud
Al este centro de Zafir se encuentra el “Unruled Forest”o «Bosque Anárquico», nombrado así hace muchos años por la cantidad de tribus salvajes que viven bajo la ley del más fuerte. Esta historia nos lleva a lo profundo de este largo bosque, donde se encuentra la tribu de Zondud. Ubicada más cerca del límite sur del bosque, Zondud es una de las tribus más numerosas con un número de entre 300-400 habitantes.
Goblins y Hobgoblins habitan esta tribu desde hace muchos años. Los Goblins son criaturas de baja estatura, piel verde oscura y dientes diabólicos. Mientras que los Hobgoblins son más altos, de piel rojiza, más intimidantes y pensantes que sus compañeros verdes. Tienen colmillos en su mandíbula inferior que sobresalen para afuera y físicamente, son criaturas dotadas de fuerza. Es por eso que el rey de la tribu es siempre disputado por los Hobgoblins.
Dentro de una gran casa de madera con techo de hojas verdes, se encuentran Mag y Mog. Ambos de piel rojiza, cuerpo macizo y pelo negro bien largo. Alrededor de ellos, cerca de 6 Goblins que dan vueltas, sirviéndoles carne y un poco de cerveza casera..
-Amor, ya es Regn, Nirnak no tardará en aparecer – Dijo Mag con una voz grave. Luego levanto su vaso lleno de cerveza y comenzó a beber hasta acabarlo. Mag tenía puesta una capa color roja, algo sucia y un collar con varios colmillos llenos de sangre. Sus orejas estaban decoradas con varios aretes de hueso de varias criaturas.
– Lo sé- Respondió Mog con una voz ronca. Llevaba puesta una capa violeta también muy sucia, muchísimos anillos de oro y tenía un septum del mismo color en su nariz
– ¡Alk! – Gritó.
Un Goblin verde con unos shorts marrones oscuros, sucios y sin nada arriba apareció. Tenía cara de loco y le faltaban varios dientes.
– Si mi señor- dijo con voz sospechosa y aguda.
-Avisa a las tropas que se preparen. Construyan las trampas, escondan las provisiones y estén alerta. Las lluvias no tardarán en caer y debemos estar preparados – Alk agachó su cabeza y salió corriendo fuera de la gran casa.
Mag parecía estar un poco dubitativa. Ambos llevaban un historial de combate perfecto, cuarenta peleas, cuarenta victorias, pero había algo que no la dejaba tranquila. Mog no tardó en darse cuenta.
– ¿Qué pasa mi reina? Te noto preocupada- Dijo sirviéndose cerveza.
– Estoy bien…En realidad no – Se notaba que tenía algo que soltar y le costaba – Mog, en los últimos días no estuve sintiéndome muy bien. Tuve varias náuseas y…
– No me digas… – Interrumpió a Mog dejando la jarra de cerveza junto con el vaso. Parecía ver cómo Mag lo miraba y se le humedecian los ojos.
– Mag ¿Estás embarazada? – preguntó orgulloso. Su compañera quebró en llanto y él rápidamente la abrazó dejando escapar una sonrisa.
– Esto es increíble mi amor, es…es… – A él tampoco le salían las palabras. Pero al parecer Mag no estaba tan contenta como su pareja.
-Mog, un niño ahora nos condenará. Somos reyes y debemos estar al mando de las tropas, no es momento para que esté cargando un niño – Se notaba en su rostro que ella no quería este niño, no ahora al menos. Lloraba casi que desconsoladamente.
– Mi amor, no te das cuenta de lo que estás diciendo – Mog sentía que su compañera no estaba pensando con claridad. Para él tan solo estaba nerviosa y asustada. ¿Cómo no estarlo? ¿Traer un bebe al mundo?
– Un hijo es el obsequio de Shegrak, nuestro legado debe continuar para siempre – La cara de Mag se relajó – Al parecer soy el elegido para llevar esta tribu a la grandeza. Soy el principio del éxito eterno– Mog pareció no enfocarse tanto en el llanto de Mag. Parecía dirigir los ojos en direcciones varias mientras dejaba escapar destellos de una sonrisa exitante.
Mag se tranquilizó un poco. Sin embargo, en el fondo de su corazón, sentía que algo iba a pasar. No sabía si bueno o malo, pero sentía que este niño no venía solo.
– ¡Mag! – Gritó el Rey. Mag lo miró un poco asustada. Su grito fue atronador – Te amo – Dijo en un tono muy muy calmo, besándole apasionadamente la boca.
– ¡Vamos tortuguitas! ¡Va a haber guerra ha ha ha! – Gritaba Alk a las afueras de la casa de los Reyes. Cientos de Goblins de ambos sexos se movían para todas direcciones. Algunos estaban desnudos y saltando por todos lados. La aldea se veía muy precaria. Muy pocas casas y todas venidas abajo. Eran de madera y barro. Algunas tenían hojas como techo pero no todas contaban con el privilegio. De las casas salían Hobgblins para pegarle piñas a los goblins y pedirle que le traigan cerveza.
Algunos Goblins crearon un sistema de trampas con maderas afiladas como lanzas en el perímetro de Zondud. Estaban apoyadas en la tierra y cubiertas por ramas de los árboles, pero estaban pésimamente escondidas. Literal, cualquier persona vería esto. Sin embargo, los goblins sabían que sus adversarios no eran Einstein.
Otros se hicieron un pequeño lugar en los árboles para posarse con su arco y flecha a esperar a que alguien llegue. Por lo general, los goblins que suben ahí son los más respetados dentro de ellos. Alk por ejemplo, se hizo un lugarcito arriba del árbol.
-Príncipe Alk, señor – Un goblin desnudo, sin un ojo y con solo 5 dientes se acercó. Alk estaba afilando sus flechas frente a la casa de los reyes.
– ¡Habla feo! – Respondió Alk con una sonrisa asquerosa.
-Me… Me…
– ¡Dale Idiota! ¡No tengo todo el día! – No tenía nada que hacer.
– ¿Me haría el favor de cogerme? – El goblin desnudo se puso en cuatro y le dio la espalda. Alk comenzó a reír macabramente.
– ¡Por supuesto! – Alk lo tomó por la oreja y se lo llevó a algún lado como si fuera su mascota.
Las noches pasaron. La temperatura comenzó a pasar de un calor sofocante, a una temperatura mucho más agradable. La vegetación de los árboles comenzaba a crecer un poco más, las lluvias caían con regularidad y formaban barro por toda la aldea, algo que les encantaba a los habitantes. Los Hobgoblins se la vivían tTeniendo sexo en las casas y los Goblins… imagínense ustedes.
Al igual que su barriga, la inseguridad de Mag crecía. Estaba molesta. ¿Por qué? Su marido tenía un punto en realidad. El dios de la guerra lo está premiando con un heredero. ¿Hay algo de malo en eso? ¿Por qué seguía intranquila? ¿Motivos egoístas? Quizás nunca quiso ser madre, no lo sabía ni ella.
-Mi reina- Decía Mog que se acercaba a la puerta de entrada donde su esposa miraba a los Goblins hacer las suyas – ¿Quieres entrenar un poco? Jugaré despacio ha ha –poniéndole una mano en el hombro.
Mag sonrió insegura – Estoy bien, gracias – Le dio un beso en la mejilla y volvió adentro. Mog sonrió como un ganador y salió a la aldea a pegarle a algunos Goblins.
La noche caía y los reyes estaban teniendo sexo cuando se escuchó el sonido de rugido en manada. Los reyes se miraron pícaramente y brincaron de la cama para ponerse su armadura de batalla, tomar sus armas para salir al combate.
Afuera ya estaba todo prendido, y no me refiero a las luces. Los Goblins estaban saltando de emoción agarrando unas lanzas caseras hechas de huesos. Alk estaba corriendo a gran velocidad con su arco a ponerse en posición, seguido por varios que estaban en la misma. Por último, los Hobgoblins, que eran cerca de cien, salían con una armadura modesta y armas de acero con sonrisas lunáticas.
Del otro lado, Nirnak, una criatura de dos metros treinta de alto, lleno de pelo beige y marrón por todo el cuerpo, brazos y piernas parecidos a los de cualquier humanoide, pero su cara era mucho más bestial, colmillos y pelo en toda la cara. Detrás de él, un grupo grande de criaturas similares, portando antorchas en una mano y troncos grandes en la otra. Algunos de esos troncos tenían la punta afilada para empalar a sus enemigos y otros directamente, hacían sonar sus nudillos mientras humedecian sus labios como un leon que no come hace días
-Tengo sed… ¡Tráiganme Sangre! – Gritó Nirnak en un idioma que no conocemos y su ejército se abalanzó a la aldea.
Los gritos comenzaron y se multiplicaron en cuestión de segundos. Los Goblins lanzaban flechas desde lo alto, pero se necesitaba mucho más que tan solo flechas para bajar a estas criaturas. Con cada swing que hacían los enemigos se llevaban mínimo dos Goblins. Pero los pequeñitos eran más rápidos y ágiles. Se colgaban en grupos sobre sus enemigos y les clavaban las lanzas entre todos hasta que caía. Por otra parte, Los Hobgoblins peleaban con estilo. Se movían excelente y se notaba que no eran brutos. Sus enemigos tenían una fuerza formidable, pero ellos tenían más clase y cerebro. Los últimos en aparecer, fueron Mag Y Mog. Apenas saltaron al campo de batalla, sus caras se transformaron. Se miraron con una cara malévola, se besaron con pasión y partieron al frente de batalla.
Se notaba por qué nunca perdieron una batalla. Mog era el defensa y Mag era la asesina. Mog manejaba muy bien su espada y su escudo. Sabía cuándo bloquear los golpes y desarmar al rival para que Mag, con su doble hacha los decapite o los deje sin brazos antes de que pudieran reaccionar. Pero sus enemigos tampoco eran de papel, tenían mucho aguante y con solo un golpe te mandaban a dormir. Había que ser muy cuidadoso.
La pelea duró por horas… en la mente de quienes pelearon. En un minuto y medio, ambas tribus habían perdido muchos soldados. Mag y Mog seguían peleando y derribando enemigos, hasta que un nuevo contrincante apareció. Nirnak. Parado frente a ellos, solo tenía un taparrabos, un tajo en el pecho que sangraba, pero una cara de loco tremenda. Parecía poseído.
-Rey Indomable ha ha ha – Reía Nirnak con soberbia – ¡Hasta aquí llegaste fracasado! – Y se abalanzó sobre ellos con un hacha a dos manos hecha de piedra.
Mag y Mog fueron muy confiados. Mog puso el escudo para recibir el golpe ya con una expresión soberbia. Pero el golpe fue durísimo y casi que lo derriba. Al parecer Nirnak estuvo haciendo pesas. Mag vió como su usual estrategia podía correr peligro. Intentó moverse detrás de él, pero en una centésima de segundo, Nirnak sacó una mano del hacha y la tomó por el cuello como si no pesará nada.
Mog se desesperó y sacó fuerza de donde no tenía dejando gran parte de su energía. Vió como Nirnak le arrojaba a su esposa encima, impactando al fin con ella. Ambos reyes estaban en el piso, desarmados y aturdidos. Mog vio desde su vista nublada como Nirnak, con una sonrisa maniática le clavaba el hacha a su mujer en el piso. Mientras Mog gritaba de impotencia y vaya a saber cuántas emociones más, la sangre salía para todos lados empapando a Nirnak que seguía explotándola en el piso. Mog comenzó a desmayarse.
Quería desear que fuera una pesadilla, pero era muy real. No pudo soportarlo. Cuando Nirnak giró para ultimarlo, un hacha parecida a la suya se le clavó en el pecho. ¿Una criatura de su ejército lo había traicionado? ¿Por qué? Para colmo, esta criatura tenía consigo un bebe, un bebe Goblin dormido en su brazo libre. Nirnak lo miró confundido y trató de atacar de vuelta, pero este traidor ni lo dejó reaccionar y entre una patada y un hachazo más, mató a su líder. Mog se desmayó.
El traidor parecía estar llorando, no era muy alto para su especie, tan solo dos metros cinco, pero era muy ancho y morrudo. Se cargó a Mog al hombro y se escabulló por el bosque, sin dejar rastros. Los gritos cada vez eran menos, al igual que la luz de las antorchas. ¿A dónde irán? ¿Quién lo salvó? ¿Qué se habrá cruzado en la mente de esta criatura para salir del libreto de lo conocido? Estén atentos, ya que esta historia acaba de comenzar.

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