Mirando al horizonte, sólo encuentro miseria. Me engaño a mí mismo si sigo al instinto irracional del deseo: no quiero estar entre las gentes, no hay nada nuevo bajo el cielo de la carne, sin embargo, a su vez, quiero saciar las locas pasiones de mi cuerpo. Mi alma urge a retirarse a los montes mistéricos de la soledad, pues no hay más que hacer, más nada que entender salvo abandonarse en las cavernas místicas del silencio.
OPINIONES Y COMENTARIOS