Alguien llamó a mi puerta,
no quise abrirle
estaba muy sola y triste.
Caminando por la calle,
sus pasos me seguian,
lo evadía, lo evitaba,
hacía todo lo posible porque no me encontrara.
Comencé a ocultarme
con el temor de verle a la cara,
estaba asustada y un poco apagada.
Me refugié entre las cenizas
que una vez fueron llamas,
ahí me perdí.
Alguien llamo a mi puerta
no quise abrirle,
aquello me hablo,
pregunté quién era,
me dijo: El amor.
Le respondí: no te necesito
– Quiero ayudarte. Me dijo.
Me encerré en los tres muros de mi ser
pero aquel, los derribó todos,
caminó entre las espinas y los escombros.
Encontró la forma de entrar.
Cuando al fin me encontró dijo:
-Tú no me buscabas, pero yo te encontré.
Me atemorice
jamás había visto algo tan bello, tan fuerte.
Su calor me abrazó y su luz me cegó
-No confío en ti. Le dije
pero Él no se fue
se aferró más fuerte.
Me extendió su mano
-Yo creo en ti. Me dijo
dejando en claro que jamás se quebrantará.
Así nos unimos, encendimos y resurgimos de las cenizas.
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