La síntesis de la humanidad: Reflexión sobre la identidad hispanoamericana.

La síntesis de la humanidad: Reflexión sobre la identidad hispanoamericana.

Germayed

20/04/2025

Advertencia: Al hacer referencia a Latinoamérica es con el propósito de integrar a Brasil a esta reflexión sobre nuestra identidad. 

Identidad en construcción. 

   En un grupo literario en la lejana Budapest surgió el tema de la identidad Hispanoamericana/ Latinoamericana. Cada cual expuso su punto de vista sobre la identidad regional. Cada uno desde su perspectiva según su nacionalidad, y después para sostener sus opiniones trataban de recordar a algún autor importante sobre este controvertido tema. Sin embargo, no hubo respuesta y cada cual se ajustó a sus percepciones subjetivas. 

    En la conversación hablé sobre mi personal postura sobre la identidad Hispanoamericana, citando a varios autores: Zea, Vasconcelos, Salazar Bondy, Dussell, Octavio Paz, sin embargo, ninguno de esos autores, en mi opinión se acercan a la obra «Laberinto de los tres minotauros» de J. M Briceño Guerrero. ¿Respuesta? Su profundidad mística y la habilidad literaria para dar voz a esos tres minotauros que yacen en nuestra psique mestiza y que, aún después de muchísimo tiempo, está en pugna, en guerra.

    Nadie conocía este libro ni a su autor. Les dije: ¿Quiénes somos? Uno respondió: «humanos hablantes de español»; otro: «unas miradas van y vienen cuando salgo de mi domicilio» les respondí: «En Europa el Hispanoamericano busca ser visto como igual por el hombre blanco, no obstante cuando no sucede, el complejo de inferioridad salta a la escena, comienzan las comparaciones, y se trata de buscar algún tipo de conexión con Europa para sentirse cobijados bajo las sábanas de la «civilización», no obstante, es simplemente una ilusión, una trampa ceñida bajo nuestro histórico, «complejo de inferioridad»; complejo acentuado porque nuestra región, como expone Briceño Guerrero es periferia occidental, es decir, no sabemos quienes somos, nuestra metafísica es  diversa, difusa, contradictoria. Lo que sí sabemos es que somos meros imitadores de las modas, la filosofía y la arquitectura Europeas, sin desarrollar, nosotros, maneras propias de ser: pero ¿Cómo hacerlo? no podemos sustraernos de Europa porque somos parte de su esencia, de su ethos

El minotauro africano y el indígena intentan hacerse central, cada uno desde su lógica, discurso, su corporeidad.¿Por qué persiguen al tabaco ritual; por qué se nos acusa de brujos, de ser agentes demoníacos cuando su demonio (cristiano) no existe en nuestras cosmovisiones?

   El minotauro africano, altivo y disonante estremecía la tierra con gritos de guerra para hacer frente a los blancos: ¿Vive el negro Miguel de Buria en la psqiue del venezolano, del caribeño, del hispanomericano? ¿Aún los palenques de los cimarrones están presentes en las maneras de ser, de pensar del latinoameicano a pesar de que son supuestamente naciones emancipadas?

     El Minotauro africano no quiere mezcla, está en permanente rebeldía, en asonadas constantes capaces de derruir los cimientos de occidente en América para armar su propio proyecto civilizatorio, sin embargo, fue obligado a olvidar su- ser para insertarse, sin querer, al proyecto civilizatorio español. Europa le acusa de transgresor, de peligroso hechicero, anatema de su civilización. Su resistencia se basa en sus tambores que resuenan todos los días con gran estrépito, como si llamase a la revolución constante, a rescatar por la fuerza su alma primigenia secuestrada por los blancos, pues el deseo de ser -existencia en la diversidad, de ser- centralidad en la totalidad les lleva a tomar las armas e implantar su civilización a sangre y fuego. A las maneras de los rebeldes en las montañas y selvas de América. 

      Briceño Guerrero entiende que el minotauro Europeo percibe ese ethos,- el africano-   como: “una manera de sabotear la empresa civilizatoria, ecumémica de Europa occidental en América. ¿Cómo eliminar los rastros del minotauro africano para cristalizar la empresa europea en los espacios americanos? Conversión, desposesión de sus lenguas, símbolos, ritos, religión. Sin embargo, el minotauro africano baja su cabeza, así como el minotauro indígena al ver al cretense blanco pasar cerca de su presencia. ¿Por qué me siento inferior al invasor? Briceño Guerrero responde a boca del logos de esos dos minotauros sometidos: «porque cargo sobre mis hombros la vergüenza de tener ancestros derrotados».

    En sus corazones guardan el sentimiento de la revancha, de la venganza, de la justicia. “Habla mi lengua traidor, eres de los nuestros” le dijo el chamán arahuaco a un hombre mestizo después de echarle tierra en la garganta para que recordara el idioma de sus ancestros y olvidara el castellano. ¡No somos pálidos, no somos blancos! ¿Por qué nos has olvidado, hijo mío? «El mestizaje representó la victoria del conquistador, su ética suplantó la nuestra, su Dios no es el nuestro, dieron nombres cristianos a nuestras comarcas ancestrales. No es el Ávila, su ser se yergue sobre el Waraira repano; no es el Morrachón, no falten el respeto a los espíritus antiguos de nuestros lejanos ancestros; desde eones su nombre es Oaoraní. El racionalismo occidental removió su esencia mística a través de su ciencia, despojó de sacralidad a nuestros dioses de piedra tallados en colinas, peñas y montañas por la fuerzas mistéricas del universo».

    Una religión en la que alaban a un solo Dios. ¡No entendemos sus lógicas, déjanos en paz y retírense de nuestras comarcas! exclamó Yaracuy. «Queremos recuperar nuestro-ser, queremos que abandonen nuestros ríos, montañas y selvas.» «Vivimos en ustedes, aún existimos en el alma americana. Nuestra esencia ancestral no podrá mezclarse con el ser-del-blanco, así habitemos el mismo cuerpo». «Habrá una guerra de voluntades y lógicas en cada uno de ustedes, hombres mixtos».

«No entendemos las maneras de ser de Europa, ni ellos, en profundidad, las nuestras». «Ustedes han luchado por desprenderse de nosotros, aunque algunos de sus miembros estén felices bajo el regazo salvaje de nuestras mujeres, de nuestros vientos, aguas y frutos silvestres, sin embargo, nosotros , hombres mixtos jamás saldremos de ustedes porque tambien somos ustedes, esa pervivencia en su alma hará que sus países oscilen entre nuestras lógicas y las lógicas de los blancos. Mientras el enfrentamiento sea la norma, no existirá estabilidad anímica en ninguna de sus naciones, ni paz, ni serenidad ni su política será justa».

Los caudillos de cada minotauro aparecerán para implementar sus ordenes políticos en el proceso de frenar, en el caso del europeo, la rebeldia del indígena y el africano, sin embargo, cuando en escena se vislumbra la forma del minotauro africano, del indígena, la empresa civilizatoria europea tiembla de temor, pues saben que su poder les hará vasallos de lógicas a las que consideran «barbaras» «inferiores». No obstante, el minotauro blanco está en paz, pues su labor etnofágica desnudó a los dos minotauros en ese laberinto tormentoso,  restándoles la confianza en sí mismos para crear una civilización capaz de trascender los linderos del tiempo, pues el núcleo de la América Hispana es cristiano, católico, europeo. Mienras tanto, el minotauro africano y el minotauro indigena trazan alianzas para sabotear el proyecto político, cultural y espiritual de Europa en América. Después de todo son fundamento intrínseco del alma hispanoamericana, su derecho a disentir, a rebelarse ante el poder del blanco es legítimo aunque el minotauro hispano-europeo les considere montoneros, insurgencia, guerrillas primitivas. Por eso, hermanos míos:  ¿Ven la guerra entre minotauros que yace en el corazón del ser- hispanoaméricano? Ven por qué nuestro continente es inestable, sin posibilidad de paz, de concordia, de armonia? Sencillamente porque no hay justicia étnica. 

El orden civilizatorio del discurso africano y nativo americano es crear un núcleo distinto al europeo, para, en ese orden sentir que ejercen el poder, pues bajo los valores espirituales cristianos perciben que las cadenas de la esclavitud siguen cercenando su libertad -de -ser, de expresión pura. Unos se contentan con la mezcla, no tienen alternativa sino aceptar las condiciones del vencedor, otros, los minotauros indomables seguirán con la utopía de asaltar el palacio del blanco para sustraer su núcleo civilizatorio, eliminar su alma, e instaurar la propia: Ese anhelo no sólo es la esperanza del minotauro africano, sino de su íntimo aliado, y pocas veces enemigo, minotauro indígena. 

En este laberinto sin solución aparente: ¿Quiénes somos los hispanoamércanos?

   No lo sabemos: somos tres almas a su vez, tres minotauros enfrentados con la finalidad ancestral de crear, cada uno, sus ordenes civilizatorios, no obstante, la finalidad de la América hispana es alcanzar la paideia, permutar los ciclos de experiencia entre esos tres minotauros con el propósito de concretar la concordia, la integración y la paz dentro de ese laberinto, ergo, por ahora irresoluble. Sin embargo tendrá un final: la teleología de la coexistencia será la igualdad eterna, pues somos Europeos-indígena, africanos, orientales. Somos la síntesis de la humanidad. El pluri -entendimiento entre las lógicas del mundo se dio en América. España realizó la obra de la globalización mediante la creación de su vasto imperio. Concretó la obra del encuentro, si bien no pacífico, sino a través de la guerra y la evengelización forzosa, trató de consumar su idea de civilización integrando a la esencia del cristianismo católico las lógicas del minotauro africano, del minotauro indígena, no sin antes, fagocitar el alma de cada uno, al eliminar, progresivamente sus lógicas mediante el mestizaje.

   El alma hispana resuena en el corazón de la guitarra, de la lengua, del pensamiento, del barroco, de la técnica positiva. El alma indígena yace en lo profundo de nuestra mística simbólica, intuitiva, sabedora de los arcaicos secretos del cosmos. El alma africana, al igual que el logos ancestral simboliza la resistencia permanente a través de sus mitos, su algarabía desnuda, su tendencia a la libertad perpetua. Somos un continente en guerra consigo mismo, un continente donde los tres minotauros no dan tregua al conflicto ancestral que les llevó a mezclarse por obligación. Un mestizaje que es nuestra mayor riqueza cultural sin embargo nuestro principal y más severo reto existencial.

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