Termina de romperme.

«Ven, termina de romperme» gritaba la pequeña criatura llena de grietas, donde el fuego se asomaba de entre ellas. En gritos ensordecedor, en el corazón de un laberinto de piedra, donde la voz se perdía entre los pasillos, una fuerte y fría lluvia opacada aún más el alarido.

«Termina de romperme» arrodillada y rendida suplicaba al frío aire. 

sin que nadie respondiera la petición, las piedras de los pasillos comenzaron a crujir al irse cerrando sobre la pequeña criatura, quien exhausta de un viaje largo no lo notaba, en su mano diestra, sostenía un puñal de plata pequeño y afilado, pensaba defenderse del aire con el, en movimientos erráticos y con las líneas de la realidad desdibujada, trataba de incorporarse, pero el cuerpo ya no respondía.

«Termina de romperme» apenas si sollozaba al decirlo. 

El corazón del laberinto, donde se encontraba, formó un espiral, cubierto por sus paredes de piedras, arrastrando a la pequeña criatura a la garganta del mismo.

el sonido de sus huesos crujiendo, su corazón crepitando bajo sus grietas, el aroma de la piel quemada que se desprendía, el brillante rojo de su carne cruda al desnudez y un sonido agónico cada vez más débil, era lo único que se podía ver en medio de ese inmenso espiral.

el silencio total, la oscuridad absoluta, la ausencia de movimiento.

El espiral se volvió a abrir, la neblina dejaba lentamente al descubierto el bosque en el que se había transformado el laberinto, ya no era solo piedra, había vida, verde vida, sonidos extraños y movimiento, las piedras que formaban las paredes del laberinto, ahora formaban parte de columnas que sostenían telas blancas y transparentes, figurando puertas libres. Y aquella criatura de piel fracturada, se encontraba recostada en el mojado piso, entre hojas y yerbas, su piel, intacta, su rostro, el mismo y también tan distinto.

La plegaria de que la terminaran de romper cesó, cuando ella misma hundió la daga en la herida que estaba infectada. 

Addis Désirée.