El perpetuo giro de la rueda del destino.

El perpetuo giro de la rueda del destino.

Cuando la rueda del destino, majestuosa, gira desde las alturas con su fulgor, irradiando su hechizo sobre el ser humano, es difícil escapar a su atracción, tentación y promesas engañosas de placeres riquezas que son una trampa para atraparnos en sus redes y hacernos desaparecer de este mundo ilusorio.

La rueda giratoria del destino, en su perpetuo ciclo antitético, encierra un arcano misterio. En su movimiento ascendente, se erige como el esplendoroso dominio del Creador del universo, el buen Genio que otorga al hombre su gracia y lo envuelve en la luz divina. Felicidad, riqueza, salud, fama y prestigio son las dádivas que, bajo su manto celestial, otorga a los mortales. Mas he aquí que su giro virtuoso se detiene, y lo que antes ascendía hacia la gloria y la luz comienza a retroceder en un movimiento siniestro y decadente hacia el reino de oscuridad. La rueda, ahora embriagada de tinieblas, desciende hacia los dominios del poder maligno, transformándose en la despiadada rueda diabólica de la fatalidad.

Esta rueda infernal destruye sin piedad aquello que un día llenó de fortuna y bienaventuranzas. Cuando lanza su hechizo sobre los hombres, los envuelve en ilusiones efímeras y tentaciones irresistibles: los placeres del cuerpo, el sexo, el poder, las ambiciones terrenales y los vicios desmesurados. Bajo la influencia del perverso Satán, la rueda se convierte en un instrumento de engaño, un espejo de falsos reflejos que conduce al alma humana hacia la perdición.

En este nefasto dominio de la rueda fatal, los mortales son convocados o citados al festín mundano con promesas engañosas, en esos lugares reinal oculto el peligro, y es una trampa para atraparlos en sus redes invisibles que arrancan el soplo vital de la esencia carnal del Adam Terrenal. Rendidos ante los inescrutables designios de la rueda del destino fatal, se entregan a su dominio inexorable, como marionetas que danzan al son de una melodía sombría.

Así se manifiesta el enigma de la rueda del destino, conocida en el tarot como la Rueda de la Fortuna, el arcano X. Un ciclo eterno, una metamorfosis divina y demoníaca que es, al mismo tiempo, la cumbre del ascenso y el abismo de la caída

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