El nombre sin rostro

El nombre sin rostro

E.R. Guerrero

13/04/2025

No recuerdo ni cuándo, ni cómo, ni por qué estaba en esacasa aterradora. Tampoco puedo recordar su rostro, pero…sí, su nombre.

Recuerdo una sala oscura y un sillón enorme donde estoy sentada, tan grande que me cuelgan las piernas y mientras espero no se sabe qué las balanceo de un lado a otro en un intento de no aburrirme o tranquilizarme; frente a mi, un largo pasillo que alcanzo a ver perfectamente; de fondo, el sonido rítmico y sosegado del agua en la ducha. Se abre la puerta del final del pasillo y lo veo salir, está desnudo y se dirige hacia mí, sin saber porqué siento miedo y me pongo a llorar. Él intenta calmarme y mientras me acaricia,hábilmente me va quitando la ropa, yo estoy cada vez más asustada y no puedo dejar de llorar, forcejeo en un intento de soltarme y escapar, pero me agarra con fuerza y me tapa la boca, casi no puedo respirar y me invade el terror. Empieza a chupar y morder mis pezones, me hace mucho daño; están empezando a desarrollarse y me duele muchísimo… no puedo respirar. Penetra, me mareo y el corazón me va a estallar… no puedo respirar… OSCURIDAD.

Despierto en una cama grande, sucia y apestosa. Me giro aterrada y ahí está ella, de pie, sonriendo con una expresión de maldad indecible… me alejo a una esquinaen un intento de huida y como no hay opción me hago muy pequeñita como un diminuto ovillo de gruesa lana e imagino que una conchita me envuelve y me protege.

Con el tiempo, la conchita se vuelve mágica y hace que el dolor que me causa el monstruo, cada vez que me atrapa, desaparezca. Y ahora es tan dura y tan resistente como el exoesqueleto de los grandes coleópteros que tanto me fascinan, mi armadura emocional, que me hace invisible e intenta protegerme del miedo, de ese dolor que es más grande que el propio dolor causado y de ese sufrimiento inefable, que me acompañará siempre y que no me dejará llorar.

Me gusta pensar en el destino del monstruo, como el de uno de los elefantes gordinflones de Alicia en el país de las maravillas…

A un panal de rica miel

¡elefantes acudieron!

y por voraces murieron

¡presas sus trompas en él!

Otro dentro de un pastel

¡comía como una lima!

Y así, si bien se examina

¡elefantes gordinflones

perecen en las prisiones

del hambre que los domina!

Su nombre, Nicolás.

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