Mira lo callado que está el recuerdo,

ya ni habla de ti.

Quizás ahora sea la hora

que demora la loba

en morder la canasta

del hada que pedía ser amada,

pero solo si era atendida,

escuchada, valorada.

Cuando el verdadero valor nace desde dentro,

los demás solo ponen precio…

pero yo no me vendo.

Mi valor no es de oro,

así que ni piedad les imploro.

Para cuando ya no sienta

que ella era mi todo,

recordaré que mi todo

no me trataba como nada.

Y para ser la nada,

no necesito tus palabras.

Lo que necesito

es sentir que lo perdí contigo,

por no ver mi valor

y dejarme en vacíos.

Porque para ti soy nada,

y para mí… nada soy.

Pero al aceptar mi nada,

también puedo aceptar quién soy.

Y si no soy lo que tú das por todo,

entonces no queda un corazón roto.

Porque para romper algo, hay que tenerlo…

y tú, ya ni mi corazón tienes.

Y si no lo tienes,

entonces ya ni tú ni yo

nos tenemos del todo.

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