Hola, soy yo de nuevo… Tiempo de no hablarte, más bien de no escribirte. Que lindo este tiempo que hemos estado teniendo últimamente, y más el poder finalmente nombrarte y reconocerte.

Que bien nos hace este tiempo. Y pensar que me sentía mal o culpable por estar mucho tiempo aquí sentada junto a ti, por tener la idea de «tener que estar haciendo algo para ser alguien importante». Pero ahora entiendo que es la única manera de convivir contigo, conmigo, de escucharnos y sentirnos. Aunque sé que en ocasiones nuestra convivencia puede ser un poco amarga, algunas veces ruidosa y llena de ansiedad, y otras veces muy silenciosa que de igual manera nos deja sordas.

Qué bonito ha sido conocerte cada vez más, de empezar a verte sin esa máscara de expectativas a cumplir por miedo a ser rechazada. Intentando ser “normal” o lo más parecida a los demás. Nadie gana comparándose con otros, es una guerra perdida, una lucha sin fin. ¿Entonces, por qué lo haces? ¿Para qué?

Siempre has sido diferente, y ese es tu verdadero poder. Tanto de sentirte chiquita para «mucho», cuando en realidad has sido tanto para tan poco. Por eso no has encajado, porque tú no sos convencional, no sos una pieza que está hecha para encajar dentro del margen de un simple cuadrado. Tú sos formas y colores, sos movimiento, cambio y expansión. Sos de eso que pocas veces se encuentra en la vida, de eso que es impredecible y que nunca terminas de descifrar.

¿Quién te hizo creer que eso era malo? Sí, sos incontrolable, sos inajustable, sos ilimitable, pero sos libre. Sos tan diferente que puede intimidar. Te mueve el amor, te mueve la justicia, te mueve la verdad. Sos puro caos lleno de belleza imperfecta. Sos locura y cordura, bailando entre la dualidad constante.

Ahora logro verte a los ojos, y verte a través de ellos. Hoy comprendo lo que necesitas de mí. Reconozco tu dolor, tus tristezas, y tus miedos. Reconozco tu valor, tus fortalezas, tus cualidades, y lo única que sos. No sos más ni mejor que nadie, pero sí esa combinación de características que te hace ser solo TÚ. 

Te abrazo, te doy todo ese amor que tengo por ti. Te perdono por todo lo que te llena de culpa. Te perdono por tus errores y tus defectos, por los aprendizajes que sentiste como fracasos, cuando en realidad han sido las sombras que tu luz ha proyectado conforme ha ido creciendo.

Te libero de todo bloqueo y de todo aquello que no te ha permitido avanzar, ni evolucionar. Te libero de todo lo que no te pertenece, de palabras y acciones ajenas, de las creencias que nunca fueron tuyas.

Jamás has estado sola, yo siempre he estado aquí contigo. He permanecido callada, acompañándote en silencio, algunas veces porque así lo querías, otras veces porque era lo que necesitabas. Para que tomaras tu propio camino a encontrarme de vuelta. Para que la distancia y el tiempo nos permitiera reencontrarnos con más cosas que aprender la una de la otra. Aunque no lo creas sí, yo sigo aprendiendo de ti. Es inevitable tener que volver a ti para saber y entender más de mí, es inevitable recurrir a ti para encontrar respuestas que solo contigo puedo encontrar.

Pero ahora aquí estoy y lo sabes, aquí estás y lo sé. Ya te veo y tú me ves, ya te escucho y tú me escuchas. Estamos bien y lo estaremos. Juntas somos suficientes, juntas nos complementamos, juntas nos sanamos, juntas nos llenamos con todo eso que tenemos de sobra para dar.

Así que mucho gusto Beatriz, es un gusto finalmente conocerte/me.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS