Poema del viejo poeta a la muerte de su padre

Poema del viejo poeta a la muerte de su padre

no hay tristeza donde termina

la tristeza hay bordes rojos

coloreando un corazón difuminado

como astro transparente viento

que se endulza como viento de

la tarde que llueve detenida en

el recuerdo de un hombre dulce

y ciego de estrellas ciego de flores

de arena y lleno de nubes y césped

sobre montañas de quietud húmeda

ahí donde brota la tristeza en donde

no hay olas con alas y palabras como

fuego de agua azul como tapiz del

mar y estrellas de mar y mar diurno

mar de flor y caracolas de espuma

en donde el paso cansado del hombre

es un helado rostro un mirador de

bosques desnudos desnudados y

una mano hurgando una mano desatada

flotando en el oleaje buscando un

punto tan solo un punto de cristal

al cual asirse y sal de la memoria

fulgurante y noche de tu asediado

corazón retumbando como tambor de

nubes infinitas se ha descolgado

el viandante de su cuerpo y de

su cuerpo un soplo frío bordea la

mañana la luz vacía la pena adormecida

la blanda invasión de ramas con que

retorna a la tierra para rodar como

aliento galopando caballo torso hundido

de mi sangre un minuto de astillas

callado como calla la amarilla tristeza

abierta en dos como una palma

sembrada de voces y de almendras

(a mi padre, Enrique Cuadros Barr).

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