¿Tú que hubieras hecho? Veinticinco años, rubia y garbosa como una s mayúscula ¡Sé sincero! La manzana justo al lado de tu mesa en la oficina. Ocho horas seguidas de tentación. Día tras día.

Cierto que nuestro matrimonio no vivía su mejor momento. Los niños aún pequeños te condicionan la vida. La relación se reduce a una charla intrascendente mientras cenamos. Y al siguiente día, vuelta a empezar. Tu vida de casado seguramente discurrirá por los mismos derroteros.

Y lo que empieza por bromas, se convierte en charlas más animadas tomando un café después del trabajo. Y sin darte cuenta te ves en una habitación de motel tirando tu vida por la borda.

Y llegas a casa y te avergüenzas de mirar a tu mujer a la cara. El teléfono siempre a mano. Y las cenas cada vez más llenas de silencios.

«¿Y merece la pena?» Lo sé. Piensas lo mismo que yo. Te equivocaste y ya nada será igual, aunque tu media naranja no llegue nunca a saber la triste mentira que es su matrimonio.

Y un buen día la tentación se acabará. Y tú te sentirás sucio por engañar a tu mujer. Por jugar con los sentimientos de una jovencita. Y porque eres un verdadero hijo de puta.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS