La belleza del dolor.

Y soñar, volar, reír y amar. Que no haya piedra que nos quite eso del camino. Que no hayan ganas que se nos acaben. No hay dolor lo suficientemente grande para no ser digerido, ni tan hermoso como para enmarcarlo y no dejarlo ir. Pedí ser fuerte y el destino me probó, pedí limpiar mi alma y la vida llego con mil tormentas que amenazaban con quedarse. Pero todos lo sabemos de sobra, siempre vuelve a salir el sol. Y quizás la vida nos sorprenda de una manera distinta, y quizás esa manera sea mucho mejor. Cierro los ojos y brotan letras que salen de mi pecho. No hay medicina mejor. Pues aún amo la vida más que cualquiera cosa, incluso cuando el caos se respira a mi alrededor. Que bonito es bailar cuando la música ni suena. Más bonito es sonreír cuando el alma se está cayendo a pedazos. Más me permito derramar mil y una lágrimas. Hasta que ya no quede nada por lo cual sufrir, hasta que ese nada se convierta en una nueva lección para vivir. El coraje de encontrar la fortaleza reconciendo que soy vulnerable, que aún no se ha podrido mi corazón.