Comenzó a sangrar, los fluidos de su cuerpo ya no obedecían a las órdenes de su cerebro. Frenéticamente, impulsado por la ira comenzó a golpearse con fuerza, una y otra vez. Sus extremidades, ardían, su corazón iba a estallar. Temblaba exageradamente. Entonces, sintió un soplo de aire fresco, la ventana se abrió. Es imposible ser un mosquito curioso.
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