El eco de lo fragmentado

El eco de lo fragmentado

joel bautista

07/03/2025

La brisa fría del océano golpeaba su rostro mientras caminaba por el malecón desierto. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, pero él apenas las notaba. Su mente vagaba en otro tiempo, cuando todo era distinto. Cuando todo estaba completo.

Habían pasado meses desde que ella se fue, pero el eco de sus palabras aún resonaba en su mente. «Tienes un corazón muy hermoso,» le había dicho, con una voz serena pero firme. Y así, con esas palabras, supo que todo había terminado. Lo que había imaginado juntos se desvaneció como un castillo de naipes.

Se detuvo frente al banco donde solían sentarse a mirar las estrellas. Ahora, el asiento estaba vacío, y el cielo se ocultaba tras un manto de nubes grises. Se sentó, sintiendo el peso de su soledad como una manta que no podía quitarse.

¿En qué momento todo se quebró? se preguntó, cerrando los ojos. Recordó las risas, los momentos de complicidad, las promesas que habían hecho. Pero también vino a su mente los errores, los silencios incómodos, las palabras que nunca debieron pronunciarse. Cada recuerdo era como una pieza de un rompecabezas que ya no encajaba.

Se levantó y siguió caminando sin rumbo. Las calles estaban desiertas, como si el mundo entero hubiera decidido abandonarlo. Se sentía como un mapa desgarrado, imposible de reconstruir. Intentó juntar las piezas, pero cada vez que lo intentaba, se lastimaba las manos.

Llegó a un puente sobre el río y se detuvo. El agua fluía lentamente, arrastrando consigo las hojas caídas de los árboles. Observó cómo las hojas se alejaban, y por un momento, deseó poder ser como ellas, dejarse llevar por la corriente y olvidar el dolor.

Pero algo dentro de él se resistía. Algo que, a pesar de todo, seguía latiendo. Era una pequeña llama de esperanza, débil pero persistente. Sabía que no podía quedarse ahí para siempre, mirando el agua y quejándose. Tenía que seguir adelante, aunque fuera paso a paso.

Con un suspiro, se alejó del puente y comenzó a caminar de nuevo. Esta vez, con un propósito. No sabía adónde lo llevaría el camino, pero sabía que tenía que recorrerlo. Tal vez, en algún lugar del futuro, encontraría la manera de reconstruirse. Tal vez, algún día, volvería a estar entero.

Mientras caminaba, una brisa suave acarició su rostro, como si el universo le estuviera diciendo que no estaba solo. Y por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez, solo tal vez, había una grieta en la oscuridad que dejaba pasar un hilo de claridad.

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