En que punto podemos decir que el insistir termina siendo un acto de autodestrucción. Esta acción que repetimos varias veces y solamente en muchos casos nos provoca cansancio y resultados vacíos e insensibles. Es así que vuelvo a repreguntar, ¿Realmente lo vale? Estar constantemente detrás de una persona aguardando simplemente nos acepte un simple café. Se con exactitud que suena a algo muy sencillo pero a muchos seres juntarse a tomar un café puede ser un mundo al que temen ingresar, ya sea por un pasado lleno de vidrios rotos o la incertidumbre del que sentiré. Sea cual sea el motivo de la no aceptación a la cita, ¿Dónde uno pone el límite en dejar de invitar a esa persona y seguir de largo? La gran frase “el tren solo pasa una vez”, ¿Es así realmente? Porque mi locomotora pasa y vuelve, pareciera que funciona en círculos. Como si se encontrará en un estilo de valle que tiene mínimos picos donde se siente que al fin avanzas y cuando cae seguimos en el mismo lugar.
Resulta cansador escuchar de tu boca promesas vacías, planes sin fecha y lugares que ni siquiera existen. De vez en cuando me pongo a pensar si realmente lo harás en serio o de verdad no te das cuenta de la cantidad de compromisos que decidiste tomar y ninguno llevaste a cabo. Hasta un punto aparecía mi voz recordándote tus falsas promesas, con la esperanza se hagan realidad, pero creo haber llegado a mi limite en donde espero te acuerdes vos, en caso no recuerdes y decidas no realizar. Me toca decir que la locomotora tomará velocidad y elegirá otro riel que le presenté nuevos destinos. Debido a que detenerse en uno solo lleva a la oxidación, abandono de la carrocería y deterioro de los componentes internos. No permitiré eso suceda, amo mucho este tren como para dejarlo destruir tan sencillamente por alguien que carece de capacidades para cuidarlo.
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