Eternamente Petricor
La lluvia cae despacio,
como si temiera despertar a los recuerdos
que duermen bajo la piel del suelo.
Y ahí está, el petricor,
ese aroma que nos une y nos separa,
que sube desde las grietas del tiempo
y me trae tu nombre en cada gota.
Te recuerdo en el olor de la tierra mojada,
en ese instante en que el cielo y el suelo se besan
y todo parece posible,
incluso volver a encontrarnos.
Pero no estás aquí.
Estás en otro lugar,
quizás bajo la misma lluvia,
respirando el mismo aroma
y pensando en mí.
¿Lo sientes?
El petricor es nuestro lenguaje secreto,
un código que solo nosotros desciframos.
En él, hay risas que se quedaron suspendidas,
promesas que nunca cumplimos
y miradas que se perdieron en el aire.
Es el olor de lo que pudo ser
y nunca fue.
A veces, me pregunto si tú también te detienes
cuando la lluvia empieza a caer,
si también cierras los ojos
y dejas que el petricor te lleve a mí.
¿Recuerdas aquel día?
El cielo estaba gris, como hoy,
y el mundo olía a tierra mojada.
Nos dijimos adiós sin saber
que el petricor sería nuestro último abrazo.
Ahora, cada vez que llueve,
siento que estás cerca,
que tu respiración se mezcla con la mía
en ese aroma que nos pertenece.
Pero no eres más que un eco,
un fantasma que habita en el petricor
y se desvanece cuando la lluvia se detiene.
Aún así, te espero.
Sé que volverás con la próxima lluvia,
que el petricor nos unirá de nuevo,
aunque sea por un instante.
Porque tú y yo somos como la tierra y el agua,
destinados a encontrarnos y separarnos,
eternamente petricor.
OPINIONES Y COMENTARIOS