Las calles son entropía; en la gente no se ve la empatía.
No hay semáforos; las bocinas resuenan en los oídos sangrantes.
El ambiente es muy tenso: todos gritan, silban y corren.
Mucho ruido, y pocos se oyen.
¿Tienen sus razones?
¿Ha colapsado el mundo?
¿Por los incendios?
¿Un atentado?
Estoy un poco cansado.
Un día soleado y sin bloqueador; la piel, detrás del vidrio, arde con el sol.
Las noticias tienen mensajes a medias; se oyen sirenas. La sangre corre en mis venas: la epinefrina traspasa al volante mucha energía, y en medio del tránsito adquiero más motricidad fina.
Aquí, en el auto, sintonizo mejor la radio. Me desplazo como un renacuajo sobre asfalto que quema.
Pienso en ti en este instante. Me siento atrapado como ser pensante…
¡Qué mal augurio!
Se sienten los nervios; el piloto de adelante se ha cruzado de manera constante.
Me falta un poco para llegar al refugio…
Ya en casa, me encuentro agitado. Veo el teléfono, al parecer, sigue cargado. Queda muy poco , y a oscuras hemos quedado.
Ya nada importa; con 10% de batería, te escribo un poema que en el pecho se estrella.
Nadie queda mudo en este mundo desnudo . No es muy absurdo, un caos tan profundo , es muy confuso…
Me siento y suspiro , en un sillón recientemente cosido. Cierro los ojos. Mi voz, en silencio, evoca algunos recuerdos vividos:
¿Todo se ha acabado?
…En una pausa a nivel tan profundo, brillan las luces. Una constelación, una razón, muchas galaxias como un jardín de rosas, llamativas y de varias formas.
Soy un ser etéreo, navegando entre recuerdos y sueños. Y me viene a la mente en sonido estéreo, una sinfonía frecuente…No lo había observado:
«No te he besado».
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