Intersección

El transeúnte de chaqueta negra y el Mercedes-Benz blanco a200 se encuentran en la intersección de la carrera novena con calle quince.

El transeúnte, con la intención de pasar la calle quince y continuar su camino por la carrera novena en dirección norte, espera a que el Mercedes-Benz, que procura girar a la izquierda para tomar la carrera novena en dirección sur, pase en primer lugar. El Mercedes-Benz, por su parte, le hace una seña a través del panorámico al transeúnte para que pase primero. El transeúnte así lo hace, con un ritmo lento, ligero y despreocupado en su caminar, como le gusta, como lo viene haciendo desde que salió de casa. Al Mercedes-Benz le desespera la actitud parsimoniosa con la cual pasa la calle el transeúnte. Aprieta con sus manos el volante, no aguanta, y le arroja un escandaloso bocinazo que se escucha a todos los cuatro vientos de la intersección. El transeúnte, asustado y perplejo, se detiene en mitad de la calle, con el corazón palpitando a causa de la sorpresa y el escándalo del bocinazo. No duda en mandarle un reproche al Mercedes-Benz que, con la ira desembocada, no toma precauciones y se abalanza hacia adelante. No mira los carros que cruzan en ambos sentidos por la carrera novena, da un ligero volantazo, pretendiendo esquivar al transeúnte, pero se asegura, al mismo tiempo, golpearlo con el espejo retrovisor. Mientras lo hace pasando por su lado, baja la ventana, y le grita desde el fondo íntimo de su Mercedes-Benz blanco a200.

—¡Muévase maricón!