Mi platónica

Empecé a entenderlo…
había algo en ti,
una fuerza mayor, un susurro divino
que me arrastraba sin remedio a tu destino.

Así que corrí tras tu voz,
me perdí en el hechizo de tu aroma,
y aún hoy su brisa me aturde,
como un eco que núnca se apaga, ni en mis silencios.

Lo siento…
no soy el perfecto que anhelas,
ni el guardián de tus sueños.
Solo soy aquel que,
al mirar tu belleza,
se enamora y se vuelve a enamorar.

Y te pienso…
siempre te pienso.
Deseo tu felicidad,
aunque el camino no me incluya.

Porque ya es sin mí…
ya lo has dicho.
Solo fui tu piedra en el zapato,
mientras tú fuiste y serás
mi imposible,
mi estrella lejana,
mi platónica…

A quien tuve la suerte de amar
y la mala suerte de extrañar,
hasta perderme en el olvido, y sin mirar atrás.