EL SER

I. CASA QUEMADA

Desperté, abrí los ojos, estoy mirando a mi alrededor, no sé qué día es, estoy sentada en medio de la casa, mis brazos abrazan mis piernas, no puedo moverme de esta posición, siento que así estoy protegida, me protejo…de qué? De mí, del frio, ¿de la destrucción o del afuera? No lo sé, mi mente aun esta confusa.

Levanto apenas mi cabeza, observo la casa. Las paredes están negras, el fuego que destruyo todo ya termino, las ventanas clausuradas y ennegrecidas, la puerta corroída por las llamas dejan entrar pequeños hilos de luz del afuera donde sigue la vida, el sol apenas se cuela por pequeños espacios entre las puertas y las ventanas, debe ser de día, estoy segura. Aquí, aun el suelo esta mojado, el agua de mis lágrimas que apagaron el incendio, aun no se consumió, el olor a hollín ha invadido todo, la oscuridad es parte del paisaje.

Sé que debo incorporarme, sostener mi humanidad y llegar hasta la puerta, abrirla y volver a salir. Puedo, sé que puedo, pero aun no me animo, aquí se está bien ya me acostumbre a la casa, así como esta quemada y en ruinas, es mi hogar ahora, estoy segura. Pero, ¿Qué es mi seguridad? No lo sé, hoy mi seguridad es estar encerrada en este mundo que se ha creado para mí. Donde vive mi cuerpo donde habita sin mi alma, sé que afuera puedo volver a encontrar al SER, porque sé que ahí esta esperándome, tal vez se haya perdido, tal vez está esperando que lo busque y que vuelva a unirme a él.

Los días pasan muy rápido aquí dentro, ya han pasado tres años del incendio, aunque no se a veces pierdo la noción del tiempo, a veces parece que fue un segundo, pero luego vuelve mi conciencia y puedo ver con claridad, ya pasaron tres años y siete meses de la destrucción, ese día cuando decidí quemar todo conmigo adentro. Las llamas me consumían salían de mi interior hacia afuera, y ahí fue cuando el ser escapo, no quiso quedarse y morir conmigo.

Hoy, decidí volver a incorporarme, me levanto despacio siento mis piernas entumecidas, mi cuerpo mojado y negro igual que todo aquí adentro. Comienzo a dar pequeños pasos por la casa, el olor me es familiar, se que extrañare este olor, siento nostalgia por la casa y aun no la he abandonado. Comienzo a sentir fuerzas en mis extremidades, ya puedo caminar erguida y me dirijo a las ventanas, me asomo por las pequeñas y negras aberturas, afuera el sol es estridente, quema mis ojos, en poco tiempo puedo acostumbrarme y observo que afuera esta la vida y el sol cálido hace revivir mi rostro, se siente bien. Luego llego hasta la puerta me detengo ante ella, la siento imponente, la veo clausurada, pero sé que puedo abrirla. Me animo a tocar el picaporte, esta helado, y negro, pero no consumido…algo en mi interior me dice que es ahora, es el momento en que debo abrirla y salir, ya no puedo esperar más…debo encontrar al ser, necesito volver a verlo.

No pienso, hago acallar las voces que surgen en mi cabeza, no quiero escucharlas, retumban en mi mente, quieren detenerme, me aturden, pero no hago caso, necesito encontrarlo. Giro lentamente el picaporte y siento que la puerta cede rápidamente, la puerta se despega del umbral y se abre fácilmente, y de a poco la abro de par en par. Ahora me encuentro de pie en la puerta, giro mi rostro para darle un último vistazo a la casa, me despido de ella en silencio, hasta logro dejarle una leve mueca de sonrisa, y doy el primer paso al exterior, y sin volver atrás la cierro de un golpe. Ya no podre volver, la puerta queda sellada.

Me encuentro afuera, percibo olores nuevos, pero a la vez me recuerdan a la vida que desee vivir alguna vez, el sol cálido y deslumbrante hace que todo brille alrededor. Camino paso a paso, inadvertida entre la gente, el sol calienta nuevamente todo mi cuerpo, está vivo, no murió en el incendio, siendo mi sangre fluir y creo que hasta mi corazón late o ¿solo es un engaño de mi mente? Mis pasos son cada vez mas firmes y decididos, voy hacia el mundo…decidida a encontrar el ser.

Nadie voltea a verme, respiro tranquila porque nadie puede ver mi realidad, nadie se da cuenta que el incendio consumió todo. En mi cabeza ya no resuenan las voces…ahora solo mi voz retumba fuerte y clara y me dice: BUSCA AL SER.

II. EL COMIENZO

Mientras camino bajo el sol, recuerdo como comenzó la destrucción, y fue hace tanto tiempo que ya ni recuerdo, solo sé que mis heridas aun duelen, que mi piel quemada por dentro y por fuera no ha sanado aún.

Yo convivía con el ser, era parte de mi, éramos uno, y estaba todo en equilibrio. Pero todo cambio cuando el monstruo comenzó a formar parte de nuestra vida. Primero no mostraba su verdadero rostro, era un pequeño animal asustado, disfrazado de sonrisas y buenas intenciones, tardo mucho en mostrar su verdadero rostro, por eso creí, por eso entregue mi cuerpo y mi ser a sus caprichos, a sus deseos y creía que mostrarle mi entrega incondicional sería suficiente para cambiar su esencia.

El tiempo paso sin darme cuenta, y empecé a desdibujarme en sus manos, mi ser se oculto en la casa, y ya no quiso salir, se encarcelo a sí mismo, no era seguro mostrarse delante del monstruo, de vez en cuando el ser se mostraba, a veces con la felicidad, la sinceridad, o la pureza, pero no era seguro, a cada paso recibía un castigo aleccionador que lo hacía recluirse en su cárcel. Hasta que decidió no salir más. Así que quede sola con el monstruo.

De a poco mi cuerpo se volvió solo esa parte física que todos ven, pero sin el ser no era nada. No era yo. Así que decidí protegerlo, lo mantuve cautivo en la casa, oculto tratando de acallar sus deseos, sus sentimientos, sus anhelos, y todo se volvió gris, opaco, sin color, doloroso, triste y amargo…eso quería el monstruo ir matándome de a poco, hasta hacerme desaparecer. Paso a paso iba matando mi cuerpo, los golpes, a veces me quitaban la respiración, violentaba esa acción biológica que parece tan esencial, respirar. A veces, la muerte llegaba de repente, me hablaba al oído, mientras sus manos apretaban mi cuello para matarme, la muerte que es muy sabia me miraba fijamente a mis ojos y en mi mente resonaban sus palabras: ¿te vas a morir ahora? ¿Vas a dejar que el monstruo te mate?

En ese minúsculo instante en que mi cuerpo estaba a punto de desfallecer, el ser rompía las rejas de su cárcel y salía sacudiendo todo mi cuerpo y me hacía luchar por vivir, así que con el último suspiro de mi humanidad rogaba por mi vida, le suplicaba al monstruo que se detuviera, hasta lo convencía de que mi cuerpo muerto no le sería útil, que si me mantenía viva en una constante agonía su crueldad crecería mas y se volvería invencible e inmortal.

II.EL INFIERNO

El infierno de vivir con el monstruo se convirtió en rutina y monotonía aceptada. Cada día, era un paso más hacia la muerte que esperaba al final del camino cada noche cuando el monstruo aparecía. No sé si la muerte era mi amiga en esos momentos, a veces parecía que sí, porque muchas veces me tendió su mano tratando de que me cobijara en ella, y así escapar del monstruo, pero no podía, no debía, aun no era el momento… cuando eso sucedía llegaban a mi mente muchos momentos del pasado, recuerdos de cuando amaba la vida, de cuando mi ser y yo éramos uno, por eso no podía entregarme y descansar en el regazo de la muerte, no sin antes luchar con el último aliento contra ese monstruo que me había desvivido tantas veces en cuerpo y alma.

Vivir en el infierno me enseñó a lamerme las heridas como un lobo herido, a taparlas con maquillaje, a sonreír ante el mundo, aunque por dentro mi ser lloraba a mares, aparentar vivir una vida plena y feliz, aunque todo ya estaba destruido. Vivir en un infierno constante te enseña a sobrevivir, aun creyéndote muerta. Los días se vuelven año, y los años una eternidad, infinito, interminable y oscuro como el horizonte en la parte más oscura del mundo.

El día que el monstruo mostro su cara mas atroz, el infierno se volvió aterrador, buscaba cada rincón para esconderme, sabía que podía ser el final, que la muerte estaba escondida detrás de esos ojos llenos de odio. El monstruo me odiaba porque había descubierto la verdad, sabia que el ser estaba dispuesto a escapar. Que todo ese tiempo que permaneció escondido dentro de la casa, encerrado, protegiéndose, había reunido fuerzas, y quería rescatarme.

Así que ahí me encontré frente a frente con el monstruo, que abría sus fauces y me quemaba con su aliento, pero mi cuerpo ya no sentía una herida más. Mi cuerpo se acallo delante del monstruo, dejo que el pensara que me había vencido, que seguiría cautiva hasta mi muerte, que siempre sería el objeto de su obsesión, que el poder que había ejercido en mi durante tanto tiempo había logrado matarme totalmente por dentro y por fuera, que solo quedaba la inerte respiración de mi cuerpo.

El momento planeado llego, el ser aun cautivo dentro de la casa, junto todas esas fuerzas reunidas y comenzó el incendio, las llamas iniciaron dentro del ser y de a poco lo envolvieron por completo, el fuego comenzó a escalar de forma inimaginable, al verlo envuelto en llamas me di cuenta que el ser corría el riesgo de consumirse por completo, así que tome su lugar, mi cuerpo empezó a arder en su lugar, y el ser escapo. Tome al monstruo para no dejarlo escapar, y así nos consumimos los dos dentro del fuego que ardió hasta destruirlo todo por completo.

Lo ultimo que vieron mis ojos antes de caer rendida por la energía consumida, fue el SER desaparecer, y el monstruo rendido sobre sus rodillas suplicándome perdón antes de que fuera totalmente despojado de su poder. Ya no existía el perdón en mi cuerpo, porque el fuego había consumido todo y el ser, el único que podía volverme a la vida había desaparecido.

III. EL FINAL Y EL PRINCIPIO

Desde el día que logre salir de la casa quemada, ya han pasado varios años, y sigo en busca del SER. Me cuesta hallarlo, está escondido en algún lado de esta realidad, teme que lo encuentre y al reunirse conmigo vuelva a hacerlo caer en manos de algún nuevo monstruo. Quiero tenerlo frente a frente de nuevo y decirle que ya no abra monstruos en lo que queda de vida, que ya aprendí la lección, que el fuego ayudo a transformarme en una mejor persona, pero que necesito de el para volver a ser uno.

Voy caminando absorta en mis pensamientos, tratando de comunicarme con el SER, como si el pudiera leer mi mente, mis ojos sueñan despiertos con verlo delante de mí. Hasta que veo un halo de luz brillar, está a lo lejos en medio de la gente, parece una lampara que brilla en medio de la calle, salgo de mis pensamientos y presto atención, vuelvo a aclarar mi vista y miro nuevamente, esta vez con mas atención, un brillo incandescente se alza como una torre gigante, no sé de dónde proviene, la gente camina y pasa por sobre la luz, nadie la ve, solo yo puedo verla.

Me detengo, trato de fijar mi vista en la luz, la gente desaparece, la calle queda desierta, el mundo entero se detiene, y solo quedo yo y la luz ocupando la calle completa. Debajo del halo de luz brillante lo veo, mi cara se trasforma, mis ojos se vuelven acuosos, aunque pensé que mis lagrimas ya no existían luego de apagar el incendio, ahí están aflorando y mojando mis mejillas de nuevo.

Delante de mí en medio de la luz, está el SER, vivo, brillando y regalándome una sonrisa de bienvenida, parecía que me esperaba. Quedo inmóvil no se que hacer, mi cuerpo siente que no puede despegarse del suelo, quiero correr y fundirme en un abrazo, pero temo romperlo y también temo que aun no quiera volver a mí. Le devuelvo la sonrisa, entre lágrimas, y cuando estoy dispuesta a salir a su encuentro, el comienza a venir hacia mí, se desliza suavemente por la calle y la luz que lo rodea lo acompaña.

Cuando estamos frente a frente, quiero decirle tantas cosas, pero el Ser me abraza, y en mi mente me dice: ya lo se todo, el monstruo ya no está. Te estaba esperando.

Desde ese día volví a recobrarme como unidad, mi cuerpo y mi ser, espíritu, alma o como quieran llamarlo, ya esta de regreso y juntos luchamos para que ningún monstruo entre de nuevo en la casa.

Seguro pensaran que el es final, pero déjenme decirle que ahora que estamos juntos es solo el principio.

FIN.

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