No eres feliz conmigo; porque no soy aquel, el que te hace feliz. No eres feliz conmigo, porque no te hago sonreír espontáneamente como quisieras. No te robo las lágrimas que necesitas expresar; no te hago suspirar como las primeras veces.
El Sol de la mañana ya no está. Se ve el ocaso, ese que siempre contemplaba con detenimiento; ahora solo me recuerda a una despedida. No supiste mirar mis manos, esas que te sujetaban como el náufrago a la orilla, porque ya no sujetan como antes.
Me encantaría detenerte, pero es imposible… Tú corres; yo no puedo seguirte el paso. Me llegaron veinte años encima, y tú eres un alma joven. Yo me vi envuelto entre el reloj y las articulaciones oxidadas.
Quisiera que fueras feliz conmigo, pero no puedo hacerlo; no puedo. Tu vacío es un enorme agujero negro para mí, y yo no puedo llenarlo con mi luz ni escapar de él. Cuando mi luz irradiaba todo lo que podía, estaba en su 2012, lleno de vitalidad. Hoy, en 2025, solo me embarga la tristeza de no poder olvidarte…
Quisiera haberte detenido del brazo y que te quedaras un momento más, pero tu reticencia es una muralla infernal; ya no se puede cruzar. Lloras, y siento tu frustración, la que provoqué sin querer que así fuera. Pero es que soy imperfecto; nada de lo que hago lo estoy haciendo bien para ti…
Me pierdes en tantos sentimientos, en una vorágine que, entre tanto alboroto, vislumbra una luz sutil que lo cambia todo: un todo sangrante entre tanta costra.
Mis sueños preciados, mis anhelos al viento, la calidez de un beso suave, tierno, húmedo; los cabellos con aroma a primavera, la piel blanca bajo la oscuridad, a contraluz de luna; la ternura y la pasión, millones de moléculas vibrando; un abrazo eterno y fugaz, derritiéndose como en un cuadro de Dalí.
El calor de tu piel, tus ojos cafés con sus pupilas dilatadas; tus dedos blancos con tus uñas cortadas, la femineidad de tus sienes; los lunares de tu piel, la brillantez de tu voz y sus tonalidades; tu frente extensa como los anillos de Saturno, tus pies con sus calcetines estrambóticos, tiernos y bonitos.
Mis ojos, entre sus comisuras, deshilvanan los recuerdos sobre ti, entre emociones vividas, que mojan esas tierras llenas de recuerdos.
¡Ayúdame, Dios mío! ¿Cómo se hace para no perder la razón? ¿Cómo se hace para no sentir este dolor, si todo lo que quería era hacerte feliz? Y deseo que seas feliz.
Sangre mía, llena de vida, despierta y devuélveme la vida, ¡que quiero estar con mi amada!
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