En la vasta oscuridad de la noche,
con los ojos cerrados y la mente vislumbranda,
las promesas rondan mi insomnio ensoñado.
Oigo el tictac de un reloj invisible,
deseando que se transforme en diluvio.
Anhelo los capullos de un bello alborear
en mis bastos anhelos.
Busco el descanso sereno,
libre de los tormentos de un mañana incierta.
Un abrazo que me serene,
una caricia ininterrumpida,
en la solemnidad contemplo cada amanecer.
El resplandor del día exhausto,
los pequeños ruidos se vuelven estruendos en mis oídos,
una sinfonía tan abrumadora en mi mente.
Extraño el sopor,
suspirando cada noche,
yacer en un sueño perdurablemente.
y el azur vocifere mi notoriedad.
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