Recogiendo las tempestades

Recogiendo las tempestades

Stan Duroe

06/02/2025

 No vi la nieve pero se que la vida es pasar del gélido inmóvil a la numinosa primavera a través del derretir. Sufrir los peores calores húmedos de la Argentina hasta que una colérica tormenta de verano perfume espíritus de amarillas luces mortecinas, pues llega el otoño.

 Lluvia púrpura de Prince. Me dice el gris cielo: «Los coros preceden a la guitarra», mientras llega el veloz sueño de la siesta.

La insistencia del que no puede acercarse, ¿acaso es el baile de todos los días en esta ciudad?: El querer haber sido, en lugar de hacer. Hablo ahora del ideal de deshacernos del mal de las ciudades adoptando uno que no implique seguir en esta conciencia tan al tanto de los demás.

 Recuerdo las horribles repeticiones de canciones de nuestro país en actos escolares y cómo dieron forma al mundo infantil. Mundo frenético lo llaman quienes al recordar aquellos años 2.000 asistieron a la vertiginosa etapa del progreso tecnológico que, paulatinamente, unió más y más las conciencias a lo largo del globo. Causando en un escueto lapso la atracción de nuestras atenciones en dirección al descubrimiento técnico. Creo no estar solo en esto ya que noto una discontinuidad en nuestras vidas y esto se lo atribuyo al abrazo generalizado que le dimos a la tecnología.

 Un avance es de todos, y más si es técnico. Se presenta como algo captado en cámara, ha sido descubierto, es de interés, debe ser dado a conocer; de funcionamiento inofensivo. Asombroso contraste entre organismo individual y organismo multitudinario. Individualmente nuestras vidas se desarrollan sin el mayor problema mientras exista algo que comer, mientras que las multitudes han pasado a habitar ciudades sospechosas como un negocio sucio.

 Aquí está el embrollo, no en la ciudad ni en los avances sino en una vida que evita a la muerte en acepciones varias, tales como ideales, estados de conciencia, enfermedades; la lista es extensa. La ciudad como concepto de convivencia, de contención; sus anunciadísimas variantes trilladas, desigualdad y necesaria marginalidad, privan de los frutos sobre los cuales la sociedad de las ciudades se cimentó, cuando fueron prometidos. Aunque las ciudades se expanden desde un centro, no están exentas de extraviarlo.

 La técnica que tan necesaria es para el sector ejecutor de las ideas que brotan de las mentes ávidas de conocimiento, debe implementarse para la salud de los seres que buscan el sustento que llene sus cuerpos.

Ahora, ¿El ánimo de las empresas especula con el desarrollo del ser? ¿Contempla el motor de las corporaciones de todo el mundo la revelación que viene a ser para todos los seres, la muerte? ¿Por qué el fruto que dan las empresas es el empleo brindado a los seres de la ciudad y alrededores? El riesgo de apostar en un negocio por parte del dueño de los recursos, es por él señalado a la hora de las discusiones sobre sus rendimientos. ¿Por qué él es libre de emprender mientras cargue con las responsabilidades pero el rumbo de las multitudes de seres no es reconocido sino hasta que se llega a mal puerto y el viaje deba continuar?

 ¿Acaso la muerte, como gran revelación, es incompatible en el deber de todo ser viviente? Incompatible en el progreso técnico, dotándonos de supremacía sobre la materia para disponer del tiempo obtenido gracias a estos. Pienso que tiene que ser el apego a este reino temporal y material lo que tuerce la balanza hacia un mundo como el del 2025.

 Imaginemos, si es valedero, la vida de un ser cuyo valor se basa en cuan preparado está para la muerte, cómo pensaría acerca de las horas de un día. ¿Tendría deseos ilimitados y recursos limitados o al revés, o cómo seria?

Lo irrisorio es desear que todos sean vecinos de este barrio de seres inclinados hacia el vacío. Aparecería entonces la depreciación de la vida en la Tierra. Todos desearían saber qué hay después de este reino y por qué llegaron acá. Quizás ese es el miedo que creó esta ciudad y las demás, como quien huye de sus perseguidores e inventa una identidad falsa. Si los seres que lo dominaban todo han eregido las primeras, por qué dar por sentada la practicidad e inocuidad de éstas siendo que (pienso yo) nacieron de los seres más apegados que se pueden criar o quizás de seres que lo hicieron a sabiendas.

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