Todo lo que tocaba se convertía en arte.
Te lo juro, lo prometo. De una planta marchitada hacía revivir la primavera.
Todo lo que tocaba se convertía en arte.
No te miento, lo he sentido, acababa con el frío con tan solo llamar al sol.
Todo lo que tocaba se convertía en arte.
Las lágrimas del mundo entero bebía y las desvanecía bajo la lluvia de una tormenta de verano.
Todo lo que tocaba se convertía en arte.
El peso de todo aquel que sufría lo sostenía, devolviéndoles de nuevo a la vida como aquel que acaba de renacer.
Y, aún así, ella no sabía todo lo bello que hacía. Lo tomaba a risa como si de un juego se tratase.
No comprendía el valor que albergaba, la magia que derrochaba. Admiraba la belleza de sus obras sin poderse imaginar que ella y solo ella, era la autora y creadora de tan semejante arte.
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