Hay besos que encienden fuegos, que despiertan emociones y que sellan promesas. Pero también están los otros, los besos que engañan, esos que esconden intenciones ocultas, secretos inconfesables o un deseo que trasgrede los límites de lo permitido. En ellos se entremezclan la pasión y la traición, el anhelo y la mentira, creando una conexión que es tan intensa como peligrosa.

Un beso puede ser un lenguaje silencioso, un gesto cargado de significado. Pero, ¿qué sucede cuando ese significado no es el mismo para ambas partes? Los besos que engañan son una contradicción; se sienten reales, pero están plagados de intenciones que nadie se atreve a confesar. Pueden ser el preludio de una aventura clandestina, una herramienta de manipulación o simplemente una chispa momentánea que nunca debió prenderse.

Estos besos suelen ocurrir en la sombra de lo prohibido. Quizá en medio de una relación estable donde se prometió exclusividad, o tal vez en un encuentro fugaz donde la atracción supera cualquier regla moral. Son besos que generan culpa en algunos y euforia en otros, que marcan un antes y un después y que rara vez se olvidan, incluso cuando se desea hacerlo.

Pero, ¿por qué son tan irresistibles? La respuesta está en el poder de lo oculto. Los besos que engañan no solo rompen reglas externas, sino también las internas, esas que nos imponemos para mantener el orden en nuestras vidas. En su transgresión, hay una adrenalina que acelera el pulso y que, aunque efímera, es difícil de ignorar.

Sin embargo, detrás de cada beso que engaña hay consecuencias. Las emociones humanas no son simples, y lo que comienza como un impulso puede desatar una tormenta de conflictos, dudas y rupturas. En algunos casos, la verdad sale a la luz y el precio del momento robado se paga con lágrimas y reproches. En otros, el secreto se guarda, pero deja cicatrices invisibles que pesan en el alma.

Los besos que engañan son un recordatorio de que el deseo y la moral no siempre caminan juntos. Nos confrontan con nuestras propias contradicciones, con el poder que tiene un instante para alterar todo lo que creíamos seguro. Y aunque su sabor puede ser dulce, su recuerdo a menudo es amargo.

«El que encubre su pecado jamás prosperará; el que lo confiesa y lo deja halla perdón.» — Proverbios 28:13

A veces, lo más tentador es lo que sabemos que no debemos tocar. Pero, como todo en la vida, cada elección viene con un costo. Y en el caso de los besos que engañan, el precio puede ser más alto de lo que estamos dispuestos a pagar.

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