La pequeña Sofia ve como su mamá va al cielo y exclama:
-Mamá, ¡cuando sea grande, quiero ser maestra! ¡Quiero educar en Piedad y Letras!
Todo era un sueño, Sofía se despierta recordando tantas experiencias vividas a lo largo de su historia.
Recuerda cuando con tan solo ocho añitos había creado una pequeña escuela en un rinconcito del patio de su casa, sus estudiantes eran: tres muñecas de trapo, y un gatito llamado Pancho, y su perrito Capitán.
La pequeña maestra usa como pizarra una gran laja de piedra Caliza que su papá le había regalado, allí dibuja, escribe y explica las clases. Tiene una pequeña mesita de escritorio con dos banquitos de madera, los estudiantes cada día tienen que pasar a presentar la lección. Todos esperan el momento de recreo para salir a jugar entre los cafetales de la hacienda.
La casa está en la orilla del gran camino Real, es un lugar muy estratégico para la época, pues este camino es la puerta de entrada para el pueblo de la Quebrada. Es un camino comercial donde confluyen los habitantes de las montañas, muchos de ellos aún conservan rasgos indígenas.
Son hombres y mujeres sencillos de corazón, todos con una mirada contemplativa de la realidad. Cultivan la tierra como el arte más sagrado donde el misterio de Dios se revela en la pequeñez de la semilla y la grandeza de sus frutos.
Pasan los años y la escuelita ya no solo tiene como estudiantes a una muñeca de trapo y unos animalitos. Son sus primos, hermanos y algunos niños de la Comarca que se reúnen en la hacienda. Sofia ya tiene doce años, su mamá le enseña en casa para que cumplidos los 16 años vaya a Valera a inscribirse en el curso de mejoramiento profesional para nuevos maestros normalistas. Durante la semana junto a doña Rosario atiende a los niños cuatro horas por la mañana para darle seguimiento a las actividades de lectura, escritura, matemática, historia, cultura general, normas de urbanidad, catecismo y el aprendizaje de un oficio manual.
Algunas familias dan una pequeña colaboración de un real para comprar algunos materiales muy escasos para la época como papel, lápices y libros. En casa de doña Rosarito se atiende a las familias necesitadas. Es una época donde la pobreza y las condiciones de sanidad son precarias. La familia de los Ruices por ser pudientes para la época por la producción de café ayuda a quienes necesitan atención más urgente. Proliferan enfermedades como la lepra, la tuberculosis, difteria, los niños estaban plagados de piojos y parásitos.
Cuando son las tres de la mañana se alistan las mulas para ir a Valera al curso de mejoramiento profesional, el camino real se ve lleno de una neblina espesa y tenebrosa.
Dice la joven Sofía:
-Papá tengo miedo de viajar tan temprano, el señor Rafael le responde, debes llegar puntual al examen de historia de Venezuela.
Poniendo sus manos sobre sus hombros, con una mirada tierna y sonriente le dice:
-Hija en el camino te acompañarán, el perrito capitán y el señor Vicente, son muy buenos compañeros de viaje, ya estará por llegar mi gran amigo, voy asomarme al filo.
Don Rafa se pone la ruana de lana de oveja y el sombrero de cogollo, se faja el machete a la cintura para ir a esperar a Don Vicente que acompañará a su hija. En la cocina, Doña Rosario ya tiene puesto su delantal y una pañoleta de colores sobre su cabeza, cuela el café y rellena las arepas de harina de trigo para el avío de los viajeros.
Después de desayunar doña Rosarito y el Señor Rafael le dan la bendición recitando los dos esta oración sobre su pequeña:
-Hija querida, Dios te bendiga y favorezca por el camino, el ángel de la guarda guie siempre tus pasos, la Virgen del Carmen te proteja con su Santo Escapulario.
La muchacha se monta en la mula y emprende el viaje, delante se van alumbrando con un jacho de petróleo llamado por los indígenas como MENE , traído del sur de Maracaibo.
Cuando van pasando por el llamado pretil del calvario el jacho se apaga por un fuerte viento, el Señor Vicente dice:
-Hija, vamos a correr un poquito, para pasar este trecho del camino que da miedo por los espantos.
Ella responde con una mirada sonriente:
-Don Vicente no sea tan miedoso, mira a Capitán como va delante sin una chispa de miedo, la Virgen del Carmen está con nosotros.
– Amén, hija, aunque por acá dicen que salen muchos espantos.
Vicente acelera el galope, se nota que va recitando alguna oración, tiene una mirada nerviosa. La mula en la que va Sofía no quiere ir rápido, su caminar es lento; el señor adelanta una parte del camino pensando que la joven va detrás.
La neblina se hace muy espesa y ella pierde de vista a Vicente. Queda ella sola con Capitán, de pronto en medio de unas matas de corozo ve una luz muy especial de color azul, Sofia no tiene miedo, se baja de la mula, se acerca rezando un padre nuestro, las palabras se traban, el corazón se acelera y una extraña emoción de alegría llena todo su cuerpo.
La luz sale de entre las matas se posa en sus manos durante unos segundos. El sonido imponente del río se agudiza en sus oídos y el espesor de la neblina fría va desapareciendo. De pronto se escucha una voz angelical que le dice:
–Pequeña Sofía, hoy recibes el poder en tus manos de educar y sanar a los niños. No tengas miedo en practicar la caridad cristiana, en cada niño veras el rostro de Cristo Maestro. Yo el ángel de la Piedad y las Letras estaré siempre contigo.
Ella sigue allí experimentando una gran conmoción. Se da la vuelta y ve delante al ángel, su vestidura esta adornada de muchos colores, sus alas están hechas de corazones remendados de una forma extraordinaria.
El ángel sigue el camino real en dirección a la Comarca El Corozo, se va elevando al cielo esta figura extraordinaria. Sofía con su corazón lleno de estupor y maravilla logra contemplar esta grandiosa experiencia de Dios.

Ahora inundada de alegría, vuelve a montar la mula y anima el galope para alcanzar a Vicente. Lo encuentra a la orilla del camino tratando de prender el jacho.
Dice Vicente:
-Sofía, me quedé preocupado por usted, traté de regresarme, pero mi caballo no quiso caminar, entonces me dije, voy a esperarla tantico.
Ella le contesta:
-La mula caminó muy lento por el pretil, creo que el sonido del río la asustó.
El Señor Vicente movió el cabeza que sí, pero notando que algo le había sucedido a Sofía, miró sus manos y vio que en ellas se reflejaba una luz de color azul muy brillante. Pero se quedo en silencio pensando que seguro fue que le tocó sacar una botija de morocotas.
Sofía, también vio que sus manos estaban de color azul. Por un instante siguió pensando que sus manos ahora tenían un poder especial con que ayudaría a muchos niños a liberarse de la ignorancia y el pecado.
Volvieron a continuar su camino hasta Quebrada de Cuevas, allí Sofía tomaría el bus para ir a Valera junto a otras jóvenes que venían de Mérida para ir a los cursos.
Sofía no dejaba de pensar en la experiencia vivida, durante todo el viaje va sintiendo un sentimiento muy profundo de gratitud por la misión recibida del ángel. Pensaba en tantos niños de las distintas comarcas que ella podría enseñar.
Sueña con fundar una escuela más organizada en una sala amplia, con pupitres y una pizarra, con un patio grande para realizar los juegos y un caney para realizar las actividades manuales. Piensa que la casa que más reúne tales condiciones es la de Don Chico Viloria.
Durante el viaje va repasando un canto dinámico, que quiere enseñar a los niños. Caballito vamos a pasear de Laura Xue.
Durante el viaje la joven Sofía se queda dormida, está cansada por el trajín del camino real en mula, el bus va muy lento, la carretera es de tierra y hay mucho tráfico de carretas, mulas y burros cargados de café, maíz y caraota. No hay muchos carros para la época.
Su descanso es tan profundo que tiene un sueño.
Sueña que está dando clases en la sala de don Chico Viloria, cada niño pasa a presentar la lección, aprenden muy rápido a leer y a escribir, tienen unos pupitres de madera donados por su papá y elaborados por los mejores ebanistas del pueblo de la Quebrada.
Los niños están arregladitos, las niñas bien peinadas con su pelo bien recogido. Cada clase la inician con una oración a la Santísima Trinidad y a la Virgen María. La joven maestra va pasando por cada puesto verificando la correcta escritura y el comportamiento. Ella mira la realidad de cada niño. Acaban de iniciar la escuela los niños de Ramon Barrios quienes han quedado huérfanos, a ella le duele en el alma la tristeza que reflejaban los pequeños en sus rostros, los niños le preguntan después de la oración:
–Maestra ¿cuándo va a regresar mi mamá?
Ella les responde abrazándolos y limpiando sus lágrimas.
-Algún día la volverán a abrazar. Ella está en el cielo junto a un ángel que tiene unas alas muy bonitas, están llenas de corazones de colores. ¨
-Niños se me ocurre una idea, les voy a dibujar el ángel en una lámina de papel y lo vamos a colorear con la caja de creyones que me regaló mi mamá para mi cumpleaños.
Los niños con su inocencia le preguntan
–¿Maestra y usted ha visto ese ángel tan bonito?
-Si, lo vi, hace tiempo cuando bajaba por el camino real, yo era una jovencita de dieciséis años, recuerdo que fue una experiencia muy bonita.
La niña Gertrudis levanta la mano y dice:
-Maestra vamos hoy mismo por el camino para buscar a ese ángel, y le preguntamos cómo está la mamá de María Rosario.
La maestra contesta:
-Para cuando terminemos el año hacemos un paseo a Quebrada de Cuevas y tal vez vemos al ángel y le preguntamos.

Los niños se emocionaron mucho con la idea del paseo. Una sonrisa de mucha inocencia se reflejaba en sus caritas. La maestra tomó del armario una lámina de papel, la colocó sobre un atril de madera y empezó a dibujar el ángel.
Luego saco de una caja muchos corazones de colores y le entregó a cada niño un corazón para que luego pasaran a pegarlo en las alas del ángel.
La imagen de aquel ángel, quedo tan bonito que cada niño pudo experimentar aquella alegría que sintió la maestra aquel día en el camino.
Al terminar la clase todos salen a recreo de manera ordenada, porque sí algo era característico de la maestra Sofía era que le gustaba el orden y la disciplina.
La joven Sofía se despierta llegando a Valera, toma sus libros y va a la escuela de capacitación. Pensando en aquel sueño tan revelador.
Con el pasar de los años la familia Ruiz asumirá el programa de educación normalista y de alfabetización de los padres de los niños. Los muchachitos en la medida que van creciendo enseñan a sus mayores a leer y a escribir. El deseo de aprender se va proliferando con el pasar de los años. Durante 30 años la escuela funcionará en esta casa grande de Don Francisco y Doña Ignacia.
Será la misma familia de los Viloria quienes donaran el terreno para la construcción de la nueva Escuela que llevará por nombre Maestra Sofía Ruiz.
Es un acto de agradecimiento por su incansable misión de educar y sanar. Su misión encomendada por su mamá y el ángel fue la de la de llevar la Piedad y las Letras al corazón de los niños.
Así nace la primera escuela formal de la Comarca El Corozo, con una familia preocupada por la educación integral de los niños y las familias.
OPINIONES Y COMENTARIOS