Es extraño verla y pensar que te sigue, que sigue tus pasos, te observa tanto como tú a ella, te preguntas quién puede dejar de mirarla, te preguntas en dónde termina el camino, te preguntas si cada noche estará contigo.
Pones la cabeza entre la ventana abierta del auto, y ella sigue el camino sin alejarse, sigues observando y ella a ti. Comienza el fin del día, ella aparece y abraza tus noches, la soledad no se siente más. Las estrellas de su brío sonríen, el amanecer es su refugio, comienza de nuevo el día, y ella no está.
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